Margariteñerias I
JOSE JOAQUÍN SALAZAR FRANCO (CHEGUACO)
Con el azadón al hombro y el machete rozador a la diestra rumbo a la heredad para insistir en la porfía de la siembra porque ayer llovió y regó la tierra para prolongarse en la espera de otra bendición del cielo. El viandar en el mapire, en la reserva un libro que abre en el momento del reposo y recibir la enseñanza que dan las letras. Cheguaco no desperdició un momento y así, se preparó para darnos libros, vivencias hermosas que nacen de lo telúrico y del tiempo.
Cheguaco en el homenaje que hoy le rendimos.
CHEGUACO
Cheguaco en esta ocasión
cumple entre arcos y banderas
sus sesenta primaveras
de trabajo y creación
de lucha y de devoción
con su búsqueda segura
para dar en su escritura
tan humana y expedita
el alma de Margarita
que en su existencia perdura.
Marineros y rurales
saben que Cheguaco activa
desde aquí una fuente viva
de saberes proverbiales
que van de los ancestrales
conoceres marineros
el rumbo de sus peñeros
el mito de sus arcanos
el alma de los urbanos
y el ser de los conuqueros.
Las Margariteñerías
lo saludan con un bando
para que nos siga dando
su prosa y sus alegrías
tenga más felices días
tanto dentro como afuera
de su Margaritañera
y que la Virgen del Valle
guíe sus pasos en la calle
junto a su familia entera.
CIRIO
JOSÈ JOAQUÌN SALAZAS FRANCO, -CHEGUACO-, EN LOS 60
La Asociación de Escritores del Estado Nueva Esparta rindió un homenaje a José Joaquín Salazar Franco, Cheguaco, con motivo de su cumpleaños, sesenta puntos anotados en el camino de la vida.
El acto tuvo lugar en la Casa de la Cultura «Pedro Rivero» de Tacarigua. Allí se dieron cita para celebrar el grato acontecimiento, la intelectualidad margariteña, lo más representativo del lugar. Se le testimonió afecto a quien se ha sembrado por sus hechos de bien en un pueblo que lo vio nacer y le ha hecho el reconocimiento que bien se merece.
«Margariteñerías» se quiere unir al feliz acontecimiento y recoge en estas páginas lo que mucho de nuestros colaboradores expresan sobre este magnífico hombre que viene de la humildad, amasado con ese sabor de pueblo al que sirve con señalado afecto demostrado en muchos trabajos condensados en libros. El ha penetrado en las entrañas de la colectividad para dar a conocer y defender sus costumbres y tradiciones; lo ha hecho sin rebuscamientos literarios, en prosa sencilla y amena, ha formado su propio camino con una obra sólida que ya es obligada consulta. Es decir, es un valor de la Margarita pensante con nombre propio y respetado.
Después que el Presidente de la Asociación de Escritores, Rosauro Rosa Acosta, abrió el acto vino la participación de otras personas para felicitar a Cheguaco. El Orador de Orden fue el maestro Benito Salazar, quien hizo una cronología de la vida de Salazar Franco y se refirió a sus hechos y su formación como ciudadano y escritor.
Conjuntos musicales tuvieron participación en esta sesión luego en el hogar de Salazar Franco, su esposa Consuelo e hijos se extendieron en atenciones. Horas felices de camaradería, entusiasmo en los 60 años de Cheguaco.
DISCURSO DE ÒRDEN PRONUNCIADO POR EL MAESTRO NICOLÀS JESÙS SALAZAS (BENITO)
Discurso de Orden pronunciado por el Maestro Nicolás Jesús Salazar (Benito) en los sesenta años de José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco) en la Casa de la Cultura «Pedro Rivero» de Tacarigua, en la Isla de Margarita.(27-07-86).
Si dais lugar a que se os pida, siempre será tarde para dar.
Es una bella máxima de verdadera sabiduría.
Dad siempre antes que se os pida. Dad en vida, después será tarde!
NOTICIA
El domingo pasado cuando dábamos los toques finales en la organización de este evento en casa del poeta Ángel Félix Gómez en Juangriego, la señora de la casa nuestra apreciada Deisy gritó asustada en el jardín, ante la presencia de una culebra. Cheguaco corrió en su auxilio; la culebra ataca, lo muerde en un dedo, se estira y queda muerta. La sangre de Cheguaco envenenó la culebra!
HAGAMOS UN POCO DE HISTORIA
- 1926. Los atentados contra el Dictador Juan Vicente Gómez sólo sirven para que La Sagrada ‑policía política del régimen llenaran La Rotunda y el Castillo de Puerto Cabello de presos condenados a muerte segura. El hombre de La Mulera era dueño y señor de la Venezuela enteca y amarilla, palúdica y agotada.
- 1926. Nos recuerda Augusto Cuatro que el cine mudo (tan mudo e Inquieto como Cheguaco en el vientre de Mamá Jerónimo) inicia su decadencia. Se estrena en Nueva York la primera película sonora: El Cantor de Jazz, de All Johnson.
- 1926. Para alegría del mundo científico de la época se produce el vuelo histórico del hidroavión Plus Ultra. Salió de Puerto de Palos ‑de donde salió Colón más de cuatro siglos antes- y acuatizó en Buenos Aires repitiendo la hazaña de las tres carabelas.
- 1926. Mientras tanto, el escocés John Baird inventa un novedoso sistema de comunicación que es el principio de lo que hoy tenemos como televisión.
- 1926. El escritor Antonio Reyes presenta su libro Cuentos de Brujos y entra con el también escritor Antonio Arraiz en la vida literaria de la Venezuela de hace sesenta años.
El día dedicado por la Iglesia a Santa Ana es el 26 de Julio.
Ese día en la Tacarigua de Margarita la mamá Jerónima presentía que pariría el 27 a la media tarde y rogaba entre lágrimas y sollozos: «que no me nazca mudo como ese cine que se acaba, Santa Ana bendita, aunque sea media lengua yo me conformo, te lo ruego Santica Ana tu que fuiste la hija adorada de Mathan y de María la Vieja, tú que fuiste el amor de Joaquín, descendiente de David el Rey, tú la madre de María la Virgen y la Abuela de Jesús el Cristo a quien nadie todavía nadie lo ha llamado Piedra, tú sontica Ana que anoche fue tu salve y hoy estás en la calle del Norte con música y todo, que no sea mudo mi hijito, aunque sea media lengua mi muchachito y te prometo bautizarlo con el nombre de JOSÉ JOAQUÍN».
El día siguiente, 27 de Julio de 1926, día martes, a las tres de la tarde nace en la Tacarigua, cuajada de frutos y flores, rastrojos y mastranto, el hijo de Julián Obdulio Salazar Lárez en Jerónima Micaela Franco, a quien ponen por nombre en la Sala Civil de Santa Ana del Norte JOSÉ JOAQUÍN: José, por San José el Silencioso esposo de María la Virgen y Joaquín, por San Joaquín el viejo, esposo de Ana la vieja quienes en su vejez por inspiración divina engendraron a María la Virgen. Una cosa son los libros y papeles y registros; otra es la voz del pueblo que es voz de Dios: el pueblo le llama CHE por José y GUACO por Joaquín. CHEGUACO es nombre de pueblo, voz de Dios.
Tiempo después, cuando el muchacho empieza a hablar su media lengua, decía la mamá Jerónima: «Gracias Santa Ana querida por oír mis súplicas, déjamelo así media lengua porque lengua completa ¿quién lo aguanta? Ahora, lo que sí te pido es que lo ayudes contra lo que dice el librito ese que anda por el mundo y que llaman LA CABRA INFERNAL que reza: 27 de julio fecha fatídica del año, martes día fatídico de la semana, y tres (3) hora fatídica del día. Ayúdamelo Santa Ana querida a ser feliz toda su vida. Que cumpla sesenta o cien o más años de vida; que su vida sea voz de pueblo para el cariño, el reconocimiento, para la amistad. Y tú sabes, madrecita, que culebra que lo muerda quede estiradita largo a largo; y otra cosa que no sea como el Paique de Chevige Guayke que le tiene miedo a sayonas y encapotados, a duendes y chiniguas ».
Santa Ana oyó las súplicas de la mamá Jerónima y aquí estamos con Cheguaco pueblo, con Cheguaco sesentón reconociendo su trayectoria en JUSTO HOMENAJE La “ASOCIACION DE ESCRITORES DE VENEZUELA» ‑Seccional Nueva Esparta rinde justo homenaje a JOSE JOAQUÍN SALAZAR FRANCO,
Cheguaco,
en el día jubiloso de sus sesenta años;
la mayoría de ellos,
consagrados con amor y empeño,
a exaltar con su labor de intelectual
y de vertical ciudadano
el gentilicio margariteño.
NIÑO Y ADOLESCENTE
Cheguaco queda huérfano de padre a los dieciocho meses. La Mamá Jerónima se aprieta el cinturón a la falda cargando la responsabilidad de la casa.
Para el muchacho aprendiz de conuquero, el gallo en la madrugada era el resonar de las campanas del pueblo, era el échame la bendición mamá, era el que Dios te bendiga y el ánima de tu Padre te acompoñe hoy y siempre hijo mío. Otras veces el mugido de la vaca reemplazaba al gallo en la madrugada: era la arepa recalentada en el aripo cercadeño, era la humeante totuma de café recién bajado de las tres piedras o la leche caliente ‑todavía‑ por el ordeño, el abreboca del sembrador de leyendas, de mitos y de cuentos.
A los seis años asiste ‑después de la cartilla, el deletreo, silabeo, el de coro y de memoria impuestos por la severidad de la tía materna Eufemia‑ a la escuela pública que regentaba en Tacarigua Afuera la preceptora Antonia Gil. Al regreso salía por las calles del pueblo a vender chorizos, o empanadas, o hayacas calientes, o conservas de chaco y dulces de cualquier cosa, elaborados por la tía Eufemia. A los siete años, el ciclón que azotó Margarita en el año 33 lo encuentra en el Portachuelo abajo, en Tacarigüita, bañándose bajo la lluvia con muchachos de la época, ajenos al pesar y angustias de padres y familiares que no habían visto cosa igual.
Así es el transcurrir de su niñez Sobre el lomo de una mula por la Laguna de Arapano, con el tío Andrés comprando mojarras y bagres salpresos para vender en Tacarigua, después de vender a los pescadores riquísimas frutas de las huertas tacarigüeras. Acompaña a mamá Jerónima, a pie por los caminos de La Noria, Alto del Gallego, El Cercado, El Maco de Bolívar, Boquerón y San Juan Bautista en la venta semanal de aceite de coco y en la compra de sombreros de cogollo, en Los Fermines. Asiste a la Escuela Matasiete de Santa Ana del Norte, a pie, donde estudia hasta el 5o. grado.
Oye cuentos de mayores en tertulias y velatorios; cuentos imaginarios, irreales, fantásticos que para él tenían visos de verdad‑verdad en el aprendizaje de soñador y de cuentero. ¡Ah Geminiano, Geminiano, cómo estarás gozando con la Culebra Mamona en esta mañana de reconocimientos al «cronista crónico de lo que no pasa» como dijera el fraternal Luis Beltrán Prieto Figueroa!
Así transcurren trece años. El adolescente toma la decisión de trabajar la tierra por cuenta propia, en Tacarigua primero y en El Copey de La Asunción, más tarde. Ara la tierra y el surco crece; a medida que encallece la mano florece una esperanza: Terminar su sexto Grado en la Escuela Francisco Esteban Gómez cosa que logra a fuerza de sacrificios cuando cumple los quince años.
PANTALONES LARGOS Y PRIMER REGALO A MAMA JERONIMA
En aquellos tiempos alargar los pantalones o “hechar la cola” a los muchachos adolescentes era todo un acontecimiento. Mamá Jerónima consiguió las siete varas de dril blanco en sus viajes a San Juan Bautista y la madrina tía Eufemia le hizo el primer flux largo, de hombre, como regalo al ahijado. El sombrero de cogollo, ala corta y cinta roja fue tejido y cosido en máquina de cadeneta por la vieja Belica, hermana de Mateito, famoso loco de correrías por los pueblos de la Isla.
Cheguaco regaló a su madre el CERTIFICADO DE SEXTO GRADO que adorna la sala de la casa de bahareque de la calle Real.
PRIMERAS MANIFESTACIONES CULTURALES Y SINDICALES
Entre los 16 y 20 años en su Tacarigua querida y en la Margarita de sus amores realiza gran actividad cultural, social y sindical: acompaña la fundación del «Centro Cultural Guevara» (1942); acompaña a Julio Anastasio González y Pablo Romero Millán entre otros, en la fundación de la «Junta pro‑Fomento del Municipio Guevara» (1943) la cual fue transformada en «Liga Campesina»; forma parte activa en la Sociedad de Padres de las escuelas del pueblo y mamá Jerónima debe firmar fianza o caución por el hijo menor de edad para formar parte en la primera Directiva de la Federación de Trabajadores de Venezuela, como Secretario, en la seccional Nueva Esparta.
EXODO – SEQUIA
Ah, Tacarigua de entonces, agobiada y pobre, te aferras a la cultura y al quehacer para la lucha. El maestro de América te cantará algún día:
«Un pueblo de labranza se dobla sobre el surco
y cuando débil la siembra se lo tuerce,
mira el cielo pidiendo un aguacero,
pero no se amilana si no llueve,
su constancia pone semilla nueva bajo la tierra.
CHEGUACO hace la historia de tan premiosa vida”
Cuando el sembrador de ilusiones cumple los 21 años, allá por el 47 está sufriendo Margarita la peor de sus sequías. Emigra y es El Tigre quien lo recibe. ¡Ah Tigre, siempre amoroso con tu Guanipa y su brisa¡
Trabaja para una Contratista Petrolera. Conoce la marginalidad existente frente el desarrollo social, cultural y económico de la comunidad obrera; es el Sindicato de Trabajadores Petroleros su escudo para la lucha.
Pero, dos años después el olor a mastranto le llama de Margarita. Las lluvias han mojado el surco. El gallo en la madrugada es el resonar de campanas en Tacarigua. Quiere sembrar árboles, sembrar pájaros, sembrar libros, sembrar ilusiones, lo llama la siembra de amor.
COSECHA DE HIJOS
Y en 1950 a los 25 años se une a Consuelo Velásquez de 22 y en ella el sonador cosecha nueve hijos que son nueve esperanzas:
Flora Mary José, Licenciada en Trabajo Social; Julián Andrés José, Ingeniero Geólogo; José Joaquín Jesús, Ingeniero Industrial; Jerónima Eufemia José, Licenciada en Educación; Consuelo Carmen José, Profesora en Ciencias Sociales; Jorge Jesús José, Profesor en Ciencias Sociales; Mary Carmen José, Estudiante Castellano y Literatura; Javier José Jesús, Básico Universidad de Oriente; Francis Judith José, Estudiante de Ciclo Diversificado.
Y en El Cercado ‑pueblo de barro para la forma pura‑ moldeó otros tres hijos: Damaris, ceramista profesional; José Jesús, Bachiller de la República; y Elida, Profesora, en Ciencias Biológicas.
Bohemio, alegre, parrandero; es el médico amigo y escritor quien le dice;
En festivo deambular
nuestro CHEGUACO escritor
al solicitar licor
del bodeguero ejemplar,
agotado de tocar
entre el silencio nocturno
y el naciente clarol diurno,
le gritaba por su nombre:
ábreme la puerta, hombre
MATEO, que tú estás de turno!!
DE QUE VIVE CHEGUACO
Dos simples cargos públicos han ocupado la mitad de la vida de este sembrador de ilusiones: seis años en la Secretaría de la Prefectura del Distrito Gómez en la Sala del Norte como se le llamaba y Escribiente por 28 años en el Registro Principal de La Asunción. Ahora, hace poco tiempo, comparte esas actividades con la Investigación del Folklore para el Complejo Cultural Rómulo Gallegos. Con esa exigua entrada económica y su sombrero calado hasta las orejas ha campeado tempestades y navegado en lontananza.
OBRA LITERARIA
Cuando abrimos la prensa diaria casi SIEMPRE encontramos a Cheguaco rubricando cuentos, leyendas o consejas.
Escribí una vez que Cheguaco es rumor que corre y se extiende.
Que es el miedo que ríe al duende que espanta.
Que es la sábana blanca que ondea en noche de luna o silueta a distancia entre canjilones, recodos, mogotes, barbechos y vericuetos.
Que es mito y es creencia en los adentros de su pueblo y de su tierra margariteños.
Y cuando visitamos su biblioteca leemos los testimonios y decires de otras gentes amigas:
Capitán de las letras de mi pueblo, le dice su coterráneo Roberto Malaver;
Conocedor de todas estas cosas nuestras que hacen la autenticidad margariteña, le dice el poeta Ángel Félix Gómez:
Significa gran satisfacción y mucho compromiso en la majadería de escribir, apunta el Dr Rodrigo Ordaz Indriago:
Es el cronista crónico de lo que no pasa, sentencia el Dr. Prieto Fiqueroa:
Para Chequaco, afecto y admiración, Jesús Manuel Subero;
Es el cronista de Tacarigua, Santa Ana y Margarita toda, replica Heraclio Narváez Alfonzo.
Y Rómulo Quijada sentencia: “Cheguaco es uno de los pocos amigos que le quedan en esta tierra traicionada por sus mejores hijos”.
Con José Rosa Acosta, el poeta de donde palpita el corazón del hombre, comparto su inquietud por las preguntas: ¿hay claridad en las vías para nuestro destino? Con él, más que relatos debemos escribir preguntas.
¿Qué ha hecho?
Desgranarse en libros, como se desgranó en hijos, como se desgranó sembrando árboles, ilusiones y querencias, es la respuestas:
He aquí su producción literaria:
A partir del año setenta recopila y logra la publicación de lo que su mente prodigiosa imagina.
Creo que en el pensamiento de Arturo Uslar Pietri condensa su pensamiento: “El futuro no es algo para ser adivinado, sino para ser hecho. No un don, sino una tarea”.
Y en esa tarea realizada, hecha:
«La Voz de un Pueblo». Es el clamor del pueblo, a su gobernador de turno, para la satisfacción de sus necesidades.
En «Matasiete y la Libertad» resalta el valor de la mujer margariteña en la memorable Batalla de Matasiete, y la personifica en Tomasa Feliciana Vicuña, la heroína de Tacarigua.
«La Tacarigua de Margarita» Es una monografía del Pueblo, desde sus comienzos aborígenes hasta su actualidad cultural.
«El Cercado, su Gente y su Cerámica» Historia del barro y de la mujer del barro. Sus verdades y sus mitos.
«La Artesanía Tradicional Margariteña» Es un verdadero manual para el proceso enseñanza aprendizaje de nuestra artesanía. Es la didáctica respondiendo al cómo hacer hamacas, chinchorros, tinajones, papelones, alpargatas o mapires. Es un excelente manual para uso en las Escuelas de la Margarita que se esfuma, que nos deja, que se va.
«Brotes de la Tierra Ñera» Son cuentos de verdad‑verdad. No es todo fábula o fantasía como él mismo apunta. Brotes sobre la tierra Mera, es la más selecta semilla que germinó su pródigo surco!
«Margarita y su Artesanía Primitiva» Trabajo acucioso, paciente, bien documentado que puede ser de gran utilidad para los estudiosos de la vida de nuestros pueblos, sus costumbres, su capacidad productiva. Es el resultado de una conferencia magistral dictada en la XVII Asamblea Nacional de la Federación Farmacéutica de Venezuela.
“Rastrojeos de la Historia Margariteña”. Donde rastrojea esa pequeña historia nuestra, reivindica a la negrita Francisca, la Generala y regala una perla más para el Collar de Perucho Aguirre.
“Los Terrazgos de Cheguaco”. Sostiene que la tierra es del Pueblo Con sus cuentos, leyendas, pasajes y relatos nos conduce sutilmente al convencimiento que es al pueblo, al trabajador, a quien se debe pagar la renta. No al terrateniente.
«Mitos y Creencias Margariteñas» Animas benditas del Purgatorio, chiniguas, duendes, entierros de vigía, perdices que vuelan bajitas, culebras que caminan paradas, Cheguaco envuelto en sábana blanca, en noche de luna, con sombrero negro. Cheguaco en el jardín de Felito envenenando culebras con su sangre, Ave María Purísima!
«La Virgen del Valle, su Historia y sus Leyendas» Es la retahila más pura, urdida sobre la Virgen del Valle, oída de mamá Jerónima, tía madrina Eufemia, papá Pedro, mamá Chica y Carmelita, quienes la oyeron de otros, en noches de luna o en el sosiego del surco generoso.
«Breve Semblanza del General Francisco Esteban Gómez» Aclara a manera de presentación que dada la agigantada proyección de la figura del héroe, se acoge humildemente a la sabia sentencia popular: «Un grano no llena granero, pero contribuye con su compañero».
«Bolívar en el Anecdotario Popular Margariteño» Advierte que el margariteño es chistoso de nacimiento y que a veces no se le salva ni el mismo Cristo. Y después de pasear a Bolívar por El Maco y Pedregales, nos lo presenta sutilmente hablando con una tacarigüera, iluminada, desprendida y patriota, quien contribuyó con el producto de su trabajo a la causa libertadora, según otro tacarigüero hablador, Coronel Juan Malaver.
«El General Francisco Esteban Gómez en la Memoria del Pueblo» Donde en uno de sus pasajes da al Leonidas de América superpoderes y no se te salva ni la mismísima Virgen del Valle como co‑autora de ese valor, que lo convierte en fiera a la hora del batallar y del sacrificio patriota.
«Usos y Costumbres Tradicionales Margariteñas» Donde dice que no se está en contra del auténtico progreso. Que no aspiramos a que se vuelva a la vida de los tiempos de antes. Queremos simplemente que se conozca a plenitud y con lujo de detalles cómo eran los usos y costumbres tradicionales de nuestra Margarita para la época de muchachos inquietos y preguntones que fuimos. ¡ Cheguaco lo ha logrado!
Y se pregunta y se responde a la vez: «no sabe si por broma o ironía alguien tuvo la audacia de decir que ésta ‑Margarita‑ era el Paraíso del Caribe enclavado en esta Tierra de gracia americana».
Señoras y señores:
Son dieciocho los libros publicados en dieciséis años.
Es un libro por año y dos de «ñapa» como me dijo con sonrisa fresca, de oreja a oreja, calándose el sombrero!
Y como panes en hornos de La Asunción o como vasijas de barro del amasijo cercadeño, conté dieciocho libros más inéditos, entre ellos los de poesía; porque Cheguaco, señores, ha oído «El Murmullo en el breñal» y con más atención a «Una Voz en la Hondonada».
Así, mira desde abajo al cocotero y exclama:
«feliz, cómo ríes a la luna que pasa
cómo guiñas los ojos al sol! »
RECONOCIMIENTOS
El primer cuadro que colgó al bahareque de la casa real fue el Certificado de 6° Grado azadonado en la escuela de la ciudad. Después el de la Federación de Trabajadores de Venezuela el 10 de mayo de 1968.
Contamos a la ligera veinticuatro Placas, Diplomas, Botones y Medallas protegidas por San José, San Joaquín y Santa Ana colgados en la sala de la casa nueva, hasta el año 1983, destacándose el Ministerio de Justicia, Asamblea Legislativa, Concejos Municipales, Fondene, Fedecene, Sol de Oro doble, Casa Nueva Esparta, Sociedad Progreso entre ellas; y en el año siguiente, el 84 la cosecha fue de 34 reconocimientos de dentro y fuera de la Isla.
Otros tantos correspondientes al año 85 y lo que va del 86 están en otra dependencia de la casa grande. Que todo sea ejemplo vivificador y noble!
Señoras, señores:
He leído para ustedes, más que un discurso de orden, la cronología vital de un hombre que, como José Joaquín Salazar Franco ‑Cheguaco‑, por sencillo y bueno, por consagrar sus anos tenazmente a la conservación del gentilicio margariteño como ejemplo a las generaciones futuras y por ciudadano vertical, merece Honor a quien Honor brindamos en sus sesenta años de vida!
Doy gracias a la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Nueva Esparta, por el honor y la oportunidad que me ha brindado al permitir decir aquí, en esta Casa de Cultura de la Tacarigua de siempre, palabras de compromiso al compañero ejemplo que, humildemente solo «ha volcado sobre el papel ‑como semilla de cristal en la conciencia‑ las cosas sencillas, tal cual las ha escuchado».
Señoras, señores
Adelante y atrás de nosotros está el Infinito. Somos apenas un minúsculo rayo de luz entre dos eternidades. Ese minúsculo rayo de luz es el tiempo de vida, entre el nacer y el morir.
El tiempo de vida de Cheguaco es tiempo de hombre realizado: sembró árboles, sembró hijos, sembró libros, sembró ilusiones.
Cuando el rayo de luz alcance su final entre las dos eternidades ¡no poeta José Rosa Acosta, no! Yo estoy contigo: Se salvará su corazón de ser asado como una tinaja de arcilla al pie del Guaitoroco!
Y con Vigil te digo, Cheguaco: «que tu obra se derrame y no sepas donde, porque los otros que te amarán no han llegado a la vida todavia! ».
Señores.
LA EMOCIÒN DEL ACENTO LÌRICO
RETRATO DE CHEGUACO
SIMON JOSE GUERRA MALAVER
José Joaquín Salazar
es folklor y poesía
es para la tierra mía
un orgullo cultural.
Hombre de sombrero alón
caminar de paso lento
tanto por fuera o por dentro
su sonrisa es tradición,
abierto de corazón
en su largo trajinar
para poder cultivar
el folklor margariteño
en esto pone su empeño
JOSÉ JOAQUÍN SALAZAR
Su visión es muy segura
y su afán es muy tenaz
para dar a los demás
un poco de su cultura,
con esa desenvoltura
que se mueve cada día
repartiendo simpatía
para todos a granel
y todo dentro de él
ES FOLKLOR Y POESIA.
Bonachón y campechano
padre é familia ejemplar
con sinceridad sin par
a todos tiende su mano,
un escritor veterano
que lo hace con gallardía
derramando la alegría
que guarda dentro del pecho,
y todo esto que ha hecho
ES PARA LA TIERRA MIA
Corazón franco y henchido
para escribir una historia
franca tiene la memoria
franco segundo apellido,
siempre se ha distinguido
por su franqueza habitual
su narrativa ideal
y su musa que no yerra
ha sido y es pá su tierra
UN ORGULLO CULTURAL
AL SOMBRERO DE CHEGUACO
NICANOR NAVARRO
Cuando se muera Cheguaco,
me dijo un tacarigüero,
tendrá que llevar con él
su ya afamado sombrero.
Porque dejarlo viajar
al cielo sin esa prenda,
sería obligar a San Pedro
a que le pida la cédula.
Imagínense a Cheguaco
parado en la puerta er’cielo
entre una pila de muertos
haciendo cola pa’entrar.
Y a San Pedro medio tibio,
con toda su santidad,
exigiéndole a Cheguaco
la cédula de identidad.
Porque, si eres Cheguaco,
diría San Pedro indignado,
no tienes porqué llegar
con el cogote pelado.
Pues sabido es en el cielo
que Cheguaco er’tacarigüero
con su sombrero en la tierra
siempre se ha identificado.
PLASMADO SOBRE LA TORTA DE TUS 60 AÑOS
PEDRO BELLORIN CARABALLO
Ya no son 60 abriles
son 60 primaveras
son 60 las quimeras
son 60 tus atriles
son ya 60 perfiles
60 en mitología
60 en alfarería
tus terrazgos son 60
60 lleva tu cuenta
Cheguaco policromía.
¡AH CHEGUACOOOO!
MURERJO
Señor este de noble ejemplo:
campesino, otrora vendedor,
lector, investigador;
hizo de la cultura su templo.
Conferencista, buen orador
de niño escritor incipiente,
hoy en el Registro escribiente
puntual, servidor y cumplidor.
Honor a quien se lo merece
eso así bien nos parece:
a Cheguaco con mucha razón.
A tu homenaje merecido,
lamento no haber concurrido
noble amigo, de gran corazón.
LOS SETENTA TOQUES DE CHEGUACO
FRANCISCO ROMERO MILLAN
Entre mitos y creencias,
entre lágrimas lloronas
con dientes de colmillonas
guarda en trojas sus vivencias;
con flujos de reverencias
tu imagen trepa a la cima
y el pueblo que se te arrima
exclama con bellos gritos:
Son sesenta chinamitos
que te están cayendo encima.
Surcaste el mar, ligero
buscando rumbos ignotos,
abandonando los votos
de peón tacarigüero
en El Tigre petrolero
tu inquietud no se apacigua
y a escribirle a La Chinigua
recalas con buena prosa
y una prole numerosa
desgranas en Tacarigua.
CHEGUACO SUS SESENTA Y SU ESTILO
JORGE C. GUILARTE MARCANO
Tacarigua, tierra fértil y fructífera en sus diversas manifestaciones y donde con acertada dedicación sus hombres se afincan para extraer del surco fecundo de su tierra la rica cosecha de la cultura.
Cuando uno siente el deseo de decir algo de un personaje; no es necesario poseer atributos especiales ni ser licenciado en crítica literaria. Hablar de un escritor dedicado a resaltar las anécdotas, pasajes, leyendas y mitos latentes en los pueblos de nuestra Isla, como lo ha hecho Cheguaco.
José Joaquín Salazar Franco, con su estilo inconfundible ha manejado la pluma con destreza y disciplina, tejiendo palabras y frases costumbristas que le han dado técnica y brillo a su estilo.
Cheguaco siempre se ha hecho inteligible, para el empleado, para el obrero y para el pueblo en general; no porque tenga deficiencia de cultura, ni desconocimiento de la lingüística del idioma; sino que le gusta ese estilo. Todo idioma va evolucionando cada día y sigue su curso como todas las cosas de la vida, cada época hace nacer ideas nuevas y nuestro vocabulario, ya pasando por miles de modificaciones; y muchos por un escrúpulo de pureza se oponen al empleo de las palabras con que el pueblo se ha expresado y se entiende. La palabra con su maleabilidad, con la magia combinada de la imaginación, es la pintura que colorea la más humilde escritura. Los hombres como Cheguaco son como hondos aljibes de conocimientos repletos de imágenes acumuladas por la observación; en las más humildes de nuestras casas sus habitantes en cada amanecer y en cada atardecer descubren bellezas inexplorables y tentadoras; por eso Cheguaco convive con la gente del pueblo, porque esta gente despierta el fondo de su alma iluminando su cualidad intelectual para buscar su estilo, el estilo es el hombre, el estilo viene a ser la herramienta que sirve a las manos que lo forjan; las combinaciones imaginativas son la base fundamental del espíritu literario, y así va colocando la palabra más idónea en el laborioso sendero de la literatura.
Puede decirse que no hay defectos literarios, la redundancia, o la sequedad, todo es cuestión de equilibrio. El estilo no se inculca es el resultado espontáneo de los conceptos adquiridos y del material literario seleccionado reservado por la memoria, el estilo es una invención de palabras.
El arte del escritor es por antonomasia ilusionista y la ilusión se crea a fuerza de proyectar la imagen, reconstruyéndola, filmándola o sea dándole calor y vida. El estilo del escritor se constituye por la originalidad de su arte, dándole el brillo y colorido necesario, los sentidos del escritor son los informadores de sus ideas y pinta con extraordinario colorido el medio en que actúan los personajes destacando sus costumbres y su modo de vivir determinado.
Cheguaco ya está trepado en el peldaño número sesenta de la escalera de la vida; sitio de donde nadie puede bajarse; pero su labor es y sigue siendo productiva, tanto en el campo de la agricultura, como en lo cultural, porque Cheguaco desde su infancia ha sido sembrador, y por eso ama la tierra, y con más fuerza a las que descansan a los pies de la Palma Real y el majestuoso «Guaitoroco».
Cheguaco es hoy el pilar central de Tacarigua, no para sostenerlo por lo liviano de su nombre, para sostenerlo de las embestidas del viento, todo lo contrario sus bases se están agrietando por el peso intelectual de todos sus habitantes, donde la cultura ha crecido produciendo su agrietamiento. Por eso Tacarigua está feliz y contenta porque su hijo predilecto, José Joaquín Salazar Franco, «Cheguaco», está cumpliendo sus sesenta años.
I
De entre los surcos de fértil tierra
donde la azada rechina y calla,
surge Cheguaco con su metralla,
de pluma fuente para la guerra.
De las costumbres fuerte se aferra
y desenreda kilo por kilo,
frases. palabras, llevando el hilo
de las leyendas que el tiempo deja,
su pensamiento nunca se aleja
y así consigue su propio estilo.
II
Bajo el sombrero, quieta se esconde
la gran figura de su persona,
y su palabra recia pregona
lo que en su mente fuerte le ronde.
Su voz precisa siempre responde,
mucho investiga, todo averigua,
es el más criollo de Tacarigua,
es el padrino de «Geminiano»,
se echa sus palos con los chinamos
y anda de brazos con la chinigua.
III
Los años amigo, no son regalos;
son tropezones que vamos dando,
ellos unidos nos van matando
con sus momentos buenos o malos.
Ellos no aceptan los intervalos
y mucho menos algún descuento,
aquel que vive siempre contento
sabe y no piensa en un año más,
sonríe y no siente que viene atrás
la tapia inmensa de un monumento.
IV
Pero no importa, ábranse paso,
siempre saliendo con pie derecho
con mucha gana métanle el pecho
y a la pelona no le hagan caso.
En esta vida nunca hay fracaso
sólo se llama mala partida,
siempre apostamos muy de seguidas
a los días clave de la ruleta,
luego aparece en cada silueta
las alegrías de nuestra vida
V
Cheguaco amigo, mantente en vilo
no tengas miedo nunca a los años,
sólo los días hacen el daño
conserva siempre tu rico estilo.
A tu experiencia sácale filo
sé luchador por tu ideal
y cuando llegue todo al final
porque es seguro que siempre llega,
soporta y lucha con la refriega
y serás siempre faro inmortal.
VI
El hombre siempre debe de ser,
como árbol verde perenne y fuerte
si la inclemencia cambia su suerte
se vuelve signo del padecer.
El siempre lucha por florecer
apenas siente la lluvia cae,
la abeja zumba su miel extrae,
el ave salta libre y contento
porque este bello florecimiento
suave fragancia a todos trae.
VII
Aquel que trepa ya a los sesenta
y tenga el rostro triste y opaco
que busque el cofre donde Cheguaco
guarda los años sin darse cuenta.
Como la vida se le presenta
clara y alegre sin nada extraño
siga trepando por los peldaños
firme y tranquilo al Infinito
que yo con gusto lo felicito
y siga siempre cumpliendo años.
CHEGUACO
EMIRO MARCANO MAZA
José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco) representa entre nosotros a esos famosos personajes de todas las latitudes que en la compañía de Baco tienen las inspiraciones más geniales para su obra artística.
Y Cheguaco se ha hecho escritor en cierta forma por la compenetración que ha tenido con autores con quienes ha compartido tertulias y encuentros culturales. Y Cheguaco ha sabido que es necesario un poco de atrevimiento y ayudado por Baco lo ha logrado. Pero esta vez se relata una de esas tantas aventuras extra‑cátedra.
En festivo deambular
nuestro «CHEGUACO» escritor
al solicitar licor
del bodeguero ejemplar,
agotado de tocar
entre el silencio nocturno
y el naciente claror diurno
le gritaba por su nombre:
ábreme la puerta hombre
Mateo. que tu estás de turno.
EL HIJO DE JERÓNIMA FRANCO
BREVE RECUENTO
ERWIN J. MURGUEY MARIN
Y en aquel año de 1926, un mes como este de Julio, habiendo transcurrido veintiséis días, transcurriendo apaciblemente el número veintisiete, para todos los demás habitantes de la Tacarigua de entonces, menos para Jerónima Franco de Salazar quien paría en esos momentos a Cheguaco, ni para Julián Salazar Lárez, quien quizás como buen padre parido, se echaba sus trancazos de aguardiente para celebrar el alumbramiento.
Y sería que a ese carajito no lo bautizaron a tiempo, a lo mejor lo hicieron ya de grande, porque bien ha visto chiniguas, chinamos, culebras con cabezas emplumadas, gallinas aparecidas con pollos y tanto espanto que le salen a los herejes, y que no los dejan hasta que les ponen su agua con una fiestecita donde se coma bastante sancocho de gallina criolla, y se beba bastante aguardiente para poder decir después, ¡Qué troncos de padrinos tiene el Cheguaco!
Y cuando iba a la escuela del pueblo, entre clase y clase bien subiría a las Morochas a chupar caña, a beber guarapo o a comer papelón, el es que en ese tiempo aún lo hacían, ya que ahora lo vemos porque lo traen de la otra costa.
Ya cuando cumpliría los primeros trece años, tendría las manos callosas de tanto halar azadón y machetear con la derecha y hasta con la zurda, ¡Ah diablo!
¿Cuántas arepas con chorizos, cuántos pasteles y cuántos dulces se comería escondido, de los que le vendía a su tía Eufemia Franco?
Se le mete la Inquietud por la cultura y se da por fundar y asociaras a tantos Centros Culturales desde 1942: Centro Cultural Guevara; Junta Pro‑Fomento más tarde Liga Campesina del Municipio Guevara; Sociedad de Padres y Maestros y Amigos de la Escuela del Municipio Guevara; Primera Federación de Trabajadores del Estado Nueva Esparta.
En 1947 bien lloraría la chinigua de Tacarigua, porque se fue para los campos petroleros de Anzoátegui, a trabajar en El Tigre como obrero, metiéndose de lleno en el movimiento sindical. ¿Cómo pelearía ese cristiano por ese mundo?
Hacía casi dos años que la bendita chinigua se había perdido del pueblo, pero cuando Cheguaco regresa en 1949 a la isla, ¡Ahí mismito se apareció la animala esa, para quitársela de encima, enamorado se casa con Consuelo Velásquez y han tenido nueve muchachos.
Desde que llega en el 49 es vuelve a meter en su conuco, pero siempre con las inquietudes culturales y decidido a no seguir consumido en la tierra, le hacen Secretario de la Junta Comunal del Municipio Guevara en el 53 y Secretario de la Prefectura del Distrito Gómez hasta el 58, cuando pasa como escribiente del Registro Principal del Estado Nueva Esparta, hasta estos días. Cómo han pasado documentos por sus ojos, con razón sabe la vida de casi todo el mundo, si es una pieza más de ese inmenso archivo.
Desde el Registro ayuda a reorganizar la Federación de Trabajadores del Estado Nueva Esparta, y ese constante tesón lo lleva a ser Secretario asistiendo al III y IV Congresos de Trabajadores de Venezuela.
En el 68 se incorpora al Comité de Desarrollo Cultural de Tacarigua, siendo pilar fundamental de él. Ha sido varias veces Directivo de la Federación de Centros Culturales (Fedecene); y de la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Nueva Esparta, empezando desde abajo: vocal, secretario de actas y correspondencias y hoy, Secretario General. De la Sociedad Bolivariana es vocal por varios períodos.
Ha sido co‑fundador del periódico Presagios de Santa Ana del Norte. Colaborador en otros cuantos: Antorcha de El Tigre; El Tiempo de Puerto La Cruz; Marejada; Cívico; Margaritañerías; Fedecene; Sol Cultural; C.D.C.; El Caribe; Ondas; Paréntesis; Síntesis; La Voz de Juangriego; El Sol; El Insular; Réplica y tantos otros periódicos y revistas nacionales y estatales.
Su pasión por el folklore lo lleva a ser Investigador del Complejo Cultural «Rómulo Gallegos » en esa especialidad.
¡Qué hermoso recuento este de «La Guardia de los Recuerdos».
Cheguaco por su obra ha recibido muchos condecoraciones, placas, botones de oro y diplomas, hasta el Sol de Oro como escritor del año 1979, bien merecidos por su ejemplarizante trabajo, tantas obras publicadas, tantos discursos y conferencias dictadas.
¿Y cuántos años tendría cuando conoció a Bolívar?, debía ser grandecito puesto que al decir de Lipe Natera Wanderlinder y Monchito Borra Gómez, Bolívar le dio unas querellas en su contra a Arismendi, porque cuando estuvo por esos lares, durante dos noches consecutivas no lo dejó dormir tocándole la puerta de la casa donde se hospedaba, en esas parrandas que cogía desde entonces. También lo vio en la Asamblea de la Villa del Norte, loescuchó en su arenga en Tacarigua; conoció a La Asunción que lo deslumbró; lo vio bailando en Juangriego, en el Norte; lo vio descubriendo encapotados, y hasta a lo mejor lo ayudó; así lo cuenta en su Anecdotario Popular Margariteño.
También conoció a Francisco Esteban Gómez, y muy bien, ¡claro, si él era uno de los que batacaban sobre las piedras las cañas asadas que sonaban como cañonazos y asustaron a los españoles quienes creían que la gente tenía muchos cañones y del calibre grueso, por el tropel de los disparos!
Compañero José Joaquín Salazar Franco, Cheguaco, muchas felicidades en este mes de tu cumpleaños, el número 60, Y todos los demás meses de tu vida por venir, que Dios y la Virgencita del Valle te cuiden de tanta chinigua, de tanto chinamo y te tengamos por muchos años más deleitándonos con tus trabajos hermosos sobre nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestros mitos, creencias y leyendas, que son tan nuestros y que no queremos que se nos pierdan, aunque algunos digan que eso ya no se usa.
También nos causas admiración con tu ejemplarizante autodidactismo, tu tesón por producir y engrandecer tu patria chica y ennoblecer tu familia como verdaderamente lo has hecho.
Salud hijo de Jerónima Franco!
CHEGUACO ESCRITOR CAMPESINO
DOMINGO OLIVEROS L.
Nuestro entrañable amigo: José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco), está cumpliendo sesenta (60) anos de edad. Por eso, no lo podemos catalogar un anciano dentro del contexto filosófico del vocablo, puesto que esta edad, representa más bien madurez del Intelecto, donde el Ingenio va adquiriendo más plenitud, más brillantez y más resonancia moral y espiritual. Cheguaco para sus amigos, valga la redundancia, es un apelativo sobre el cual se ha identificado con una mayor amplitud. Incluso, dentro de sus trabajos literarios de aspectos costumbristas, en los cuales imprime ese sabor de rancio abolengo guaiquerí de raigambre popular, donde además resalta nuestras costumbres y nuestras tradiciones pueblerinas.
Cheguaco, es un personaje a quien toda Margarita le debe mucho, no en el sentido material, sino en el sentido intelectual y también por esa chispa tan peculiar apegado a nuestra tierra, cuando ensalza en sus obras todo lo hermoso de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones que hemos señalado, y todo ese sentimiento del ñero poblador. De ese hombrecito que vive en su rancho de paja. De ese pescador campesino que siempre está mirando al cielo, elevando sus plegarias al Señor y a la Virgencita del Valle, para que manden lluvias, a fin de que el campo vuelva a reverdecer y se produzca la cosecha.
De ese acontecer de una época hermosa, donde se practicaban las buenas costumbres y donde existía el respeto mutuo de padre a hijo. Donde había modales de urbanidad, que eran ejemplos para las futuras generaciones. Familias humildes. Pero respetables. El Cheguaco escritor, es un símbolo permanente, arraigado a su tierra, arador del campo de la literatura. Un campo muy difícil, por sus complejidades irreversibles. Reconocemos su trayectoria muy extensa por supuesto, la cual se remonta a los años de su juventud. Su andar por este camino tan quebradizo y abrupto, no ha sido fácil de transitar. Sin embargo, su perseverancia, su terquedad y su empuje, cualidades éstas que ha sabido superar para enfrentarse a tantas incidencias de la vida. El remoquete de «Escritor Campesino», nada tiene que ver con su primer trabajo, que fue precisamente en el campo, puesto que sabemos que fue primero agricultor. Pero, ahora está labrando la tierra para cosechar sus frutos; sus frutos del ingenio, de su intelecto. Cuando el hombre se propone hacer algo en la vida, no mira hacia atrás sino hacia adelante. Es obvio, que José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco), lo que hoy representa ha sido por sus propios esfuerzos. Y siendo solamente un autodidacta, que se hizo asimismo, por amor a la lectura. Un hombre que ha sembrado y está sembrando la cultura en todos los pueblos de Margarita. Cheguaco, es una persona sencilla, muy carismática en todo el sentido de la palabra, tiene esa virtud en decir las cosas por su nombre y apellido. No tiene tapujos en la lengua, para decir esto es así. En su hablar pastoso, se esconde su sencillez y su franqueza. No es el intelectual universitario, que se nutre dentro de la ortodoxia de Aula Académica, el cual se codea con la élite.
Cheguaco, es sencillamente Cheguaco, el intelectual que estudió en la Universidad de la Vida, donde se formó moral, espiritual e Intelectualmente. Allí dio sus primeros pasos. Un escritor sin esa retórica sofisticada, sin ese fetichismo y sin esa elocuencia que siempre utilizan los políticos para engañar al pueblo.
Sesenta (60) años de edad, y ahora es que le falta trillar este mismo camino. Por eso, debemos tener presente a estos dos pilares de la intelectualidad venezolana, a los Doctores Luis Beltrán Prieto Figueroa, a Arturo Uslar Pietri, ya ancianos. Sin embargo, aún se mantienen en todo su vigor produciendo y formando generaciones para el futuro.
CHEGUACO, LA RAZÒN SIEMPRE JUSTA
PEDRO R. MARCANO R. (Peruchín)
Recientemente, y con motivo del arribo a sus sesenta años de vida, la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Nueva Esparta, rindió un emotivo homenaje a Don José Joaquín Salazar Franco. El común de la gente pudo tal vez pensar, abrumado por los tantos reconocimientos que sin razón ni motivos válidos se ofrecen, que este de Cheguaco sería uno más de la serie. Que la institución oferente tenía algún interés subalterno en promocionar a quien es uno de sus miembros; o, sencillamente, que todo obedecía al más común de los propósitos; es decir, llegar a elevarlo hasta la altura conveniente a fin de que pudiera, con mayor facilidad, explotar en la comunidad los intereses que le favorecerían a él y a su grupo.
Pero, afortunadamente, la razón siempre es justa. Y la justicia es cierta rectitud de espíritu para hacer lo que debe hacerse. Por eso, jamás pudo entrar en ese reconocimiento la sombra de la duda. Ni quedó abierta puerta alguna, para pensar que todo fue producto de una efusión transitoria; de una pueril alabanza para llenar expectativas o, para cumplir un compromiso formal. No, tal desfachatez no cabía jamás donde los protagonistas, en este caso la Asociación de Escritores de Nueva Esparta y José Joaquín Salazar Franco, un noble e intachable margariteño, han sabido brillar con luz propia en este universo de tantos satélites
Por esa gran razón el homenaje a Cheguaco trascendió mucho más allá de lo habitual. Pues de otra manera no hubiese llenado el corazón y el espíritu de tantas satisfactorios emociones. Por eso lo sentimos y vivimos con la Intensidad del gozo que sólo saben dejar las cosas nobles y justas.
Evidentemente, se hace necesario, en estos momentos de crisis, y sobre todo de crisis moral, el recurrir a esas inagotables fuentes que con virtuosa delicadeza nos dejan sabias enseñanzas del deber ser, afianzándonos más el concepto de que el amor hacia la vida debe darse con sencillez, magnanimidad, independencia y confianza.Están así delineadas las facetas de este autodidacta que es insaciable en la búsqueda de todo lo que nos produce bienestar. Por eso no son otras sino esas, las razones que nos obligan a levantar nuestra voz de angustia para llamar la atención a quienes con deliberada mezquindad ignoran lo que verdaderamente vale porque es útil y conviene el interés colectivo, para caer en lo mediocre y antiético de exaltar lo banal, lo que sólo llena lugares comunes.
José Joaquín Salazar Franco, nos complace repetirlo, supo llegar a su pueblo. Remontó la empinada cuesta de sus limitadas posibilidades agarrado de las llanas resbalosas de las letras populares. La chinigua, los encapuchados, la llorona, los duendes y otros tantos personajes que el modernismo invasor había espantado con las fulgurantes bombillas eléctricas, llegaron a ser por su inventiva o ya por su recopilación acuciosa, los compañeros fieles que le abrieron el camino hacia su redención como hombre de letras.
Evidentemente, es grato, hablar de las cosas, de los hechos o de las personas cuando en ellas existe la luz de la verdad. Pero, no es menos cierto que estos valores alcanzan su plenitud cuando trascienden hacia objetivos tan valiosos como el de sembrar más cultura, más amor y más respeto hacia los pueblos.
Está claro que comentar la vida de este humilde hombre de pueblo siempre habrá de resultar grato. Y es que Cheguaco ha trazado con su forma de ser y actuar, el prototipo de ciudadano que más conviene en los actuales momentos. En Cheguaco ha sido su constancia el hilo que le ha permitido enhebrar las más interesantes facetas de su hacer. En aquella lejana etapa de su vida campesina fue el azadón su fiel instrumento con el que exprimió las esperanzas a la rebelde tierra. Más tarde, cuando la Inclemencia de¡ tiempo hizo inútiles sus esfuerzos por redimir la agricultura como medio de vida, partió hacia los campos petroleros donde dejó sentado el ejemplo de laboriosidad del margariteño. Y hoy, de regreso, este hombre que ha sido voluntad para la acción y el trabajo, aprendió a alimentar su fuerza intelectual para seguir dándole a su patria chica mucho más de lo que ésta le ha proporcionado.
Bien sabemos que son muy limitadas estas consideraciones para testimoniar el valor histórico cultura¡ de este Intelectual campesino, cuya fibra de investigador costumbrista nos ha hecho sentir, en su esencia, el sabor de nuestro pueblo.
Salud Cheguaco y quiera Dios que tu luz nos alcance a todos.
CHEGUACO Y SUS SABERES
AUTOR: Rosauro Rosa Acosta
FUENTE: Revista Margariteñerías. Julio 1986. No.180.Santa Ana. Margarita.
CHEGUACO aprendió tantas cosas: el misterio del viento en la cumbre del cerro o en el corazón de la hondonada. El dialogar de la garúa con el surco recién abierto. El significado del trinar del pájaro en la amanecida. Los visajes del aire. El presagio de la rama que cae en la tarde silencia. El peregrinar de las sombras en la montaña. El monólogo del riachuelo y de los seres que pueblan la soledad de la noche y los bostezos del camino.
CHEGUACO sabe de espantos y oraciones. De los muchos aromas de la arcilla. De los sabores y matices de las hojas. De las plantas que curan. De las plantas que atontan. De las plantas que matan.
Sabe de adioses y suspiros. Del amor bajo los árboles. De la ternura de las manos de la fiel compañera que le enhebró bordados de afectos y comprensión perennes.
Sabe de la tierra y sus angustias. Las aprendió de niño bajo el ardor del sol y de los arenales.
Se los contó la misma tierra con el mismo lenguaje de los siglos, del tiempo detenido en las espinas, en las espigas, en el vigor o la agonía de los maizales o en la tapara que atesora el agua fresca.
Los aprendió con los sudores de los conucos o de las trojas o sobre el lomo de paciente jumento o en el chicoreo de cabras y vacunos.
Conoce la cólera de esos vientos que llaman huracanes y del espíritu maligno de las sequías y de los nombres que adquiere el agua que esporádicas, exprimen las nubes pasajeras: llovizna, garúa, chaparrón, aguacero, aguaviento, virazón.
Interpreta los cambios de la luna. La de menguas: que encona la heridas. La rebosante que, apretuja y estalla el amor en el correr de mayo. La del cuarto florido que, pone a las raíces y a las flores todo el poder de aroma y coloridos. La de la cara lavada que hace germinar canciones y esperanzas.
Traduce los cantos de los pájaros que en atardeceres o en reventar de alboradas pasan por el vecindario. El de las garúas que, pregona el amor fructificando el vientre virgen. El del chaure, heraldo de tragedias y muertes. El de los conotos que advierten las hambrunas. El de las chulingas de noticias alegres.
CHEGUACO sabe como librarse de los enamoramientos de las chiniguas, como espantar a los duendes, como librarse de las tentaciones del espíritu malo. Es diestro en escapularios y amuletos y sabe de guiñas y rezos para no dejarse acorralar de malas intenciones.
Conoce caminos lejanos. Extrañas latitudes. Pagó también terrazgos a la ausencia y salpicó de lágrimas añoranzas para el anhelo del regreso.
CHEGUACO sabe como construir un hogar y como sostenerlo. Y trazarle el camino a los hijos para que éstos lleguen a las mas altas cúspides de la Ciencia y las Letras.
Tiene también otras bondades: La de haber compartido aperos de labranzas con la pluma, con los libros, con el reparto de luces por caminos y pueblos y de mostrar senderos y suspender antorchas y banderas y regalar palabras como lámparas.
Así como ha hurgado en el corazón de la tierra para hacerla fructificar ha escudriñado en antiguos infolios para sacar a la luz los testimonios de la cultura de su pueblo. El recuerdo de sus mujeres y sus hombres que le dieron esencia y vida y esplendor. Y de los que se fueron con sus azadones y garabatos y machetes carcomidos por la diaria jornada, con el pecho desnudo a conquistar derechos y libertades.
Y todo esto. Todo ese bagaje de la esencia, de la raíz, de la existencia de la región, en mitos, leyendas, consejas, poemas e historia, vestidos con el ropaje auténtico de sus lugares y sus gentes, los ha plasmado en muchos libros, en centenares de crónicas, en conferencias, y foros y mensajes; y los ha paseado por liceos, centros culturales, instituciones académicas.
De estos 60 años que hoy cumple, unos cuantos están gastados en noble y digna misión creadora y divulgativa.
Por ello, en el mañana, cuando nubes de extraños signos quieran ocultar nuestras raíces. Cheguaco será luz para la erradicación de dudas y mentiras, porque su nombre y su obra constituyen la MEMORIA del pueblo.
JOSÉ JOAQUÍN SALAZAR FRANCO (CHEGUACO) PROSISTA SENCILLO
AUTOR: Chevige Guayke
FUENTE: Revista Margariteñerías. Julio 1986. No. 180.Santa Ana. Margarita.
Había leído obras de Francisco Lárez Granado y de Mario Salazar y de Jesús Manuel Subero y de Heraclio Narváez y de Luis Villalba Villalba y de Iván Gómez; pero no había tenido la oportunidad de leer algún libro de José Joaquín Salazar Franco, conocido en los círculos culturales de Nueva Esparta como Cheguaco.
Ahora acabo de leer su obra “El Cercado, su gente y su cerámica”, publicada por la Fundación Cultural Neoespartana, mediante la cortesía de FONDENE. Me parece muy ambientado el lenguaje de Cheguaco. Es un lenguaje que no peca de extremadamente “metódico”. Es un lenguaje abierto, amplio. Es un lenguaje desprovisto de poses academicistas. Es un lenguaje válido desde todo punto de vista. Es un lenguaje culto y sencillo. José Joaquín Salazar Franco, investigó para poder emprender la elaboración objetiva y cierta de su libro; pero no cometió el anacronismo, el facilismo de convertirlo en un museo de documentos fríos. Un historiador necesariamente tiene que hacer uso de documentos, pero eso no lo priva de aportar sus interpretaciones. No hablo de especular; hablo de interpretar objetivamente. Por esa razón es admirable el estilo de Cheguaco, es nueva, sobria y práctica. He aquí una muestra de esa prosa de José Joaquín:
“El Cercado o El Cercao (oficialmente Caserío Francisco López), es una pequeña comunidad margariteña, que acuna en su seno un poco mas de medio millar de almas (518 habitantes: 229 varones, 289 hembras, en 125 viviendas, según datos del último censo. Año 1971); típica y laboriosa por excelencia, de hombres labriegos y mujeres alfareras en casi su totalidad, fieles exponentes de la raza autóctona que nos dio origen. Pueblo asentado al pie de la falda septentrional del cerro o montaña de Guaitoroco, aferrado a vivir de una industria tan antiquísima como sus mitos, sus tradiciones, sus costumbres y sus leyendas, dentro de las cuales se debate denonadamente por mantener su existencia y conservar su idiosincrasia; distante de Santa Ana del Norte poco mas o menos a mil doscientos cincuenta pasos humanos (1 Km) hacia el sur franco, que equivale decir, como tratando de copiar a los antepasados: “a escaso un grito de persona grande en calma chicha”, y en medio de la vía que va a El Maco o Caserío Bolívar y se bifurca hacia las vegas de El Alto del Gallego o Caserío Carantoña”.
Yo admiro a los hombres como José Joaquín Salazar Franco. Cheguaco viene a allá de la fibra mas profunda del pueblo; viene de allá del luminoso y límpido corazón del pueblo. Cheguaco es un campesino. Cheguaco es un hombre con una sensibilidad cultivada junto a los animales y junto a los árboles y junto a los generosos surcos de la Tacarigua de Margarita. Cheguaco es un hombre despojado de toda vanidad, de esa vanidad tan frecuente en muchos intelectuales. Cheguaco conserva la pureza de lo auténtico margariteño. Y los hombres como él merecen toda clase de estímulos, toda clase de apoyo, porque Cheguaco es un constructor de cultura, o sea un sembrador de luces y de horizontes. Hay que decirlo: sembrar cultura es un acto de filantropía.
“El Cercado, su gente y su cerámica”, es otro aporte muy importante para el conocimiento integral de la historia de Margarita; es otro aporte para conocer de cuan habilidoso es el margariteño; es otro aporte para penetrar en el comportamiento sociológico del margariteño. En ese libro hay un nítido reflejo de lo que es la identidad cultural. Ahí está la esencia, o mejor dicho la quintaesencia de un pueblo generoso y trabajador, de un pueblo que respira arte, de un pueblo noble… pueblo del aripo y del anafe, pueblo de las tinajas.
José Joaquín Salazar Franco es un ejemplo para los que piensan que el hecho de ser humilde niega al hombre toda oportunidad de hacer algo útil por su pueblo; un ejemplo para los jóvenes que se muestran tan indiferentes ante los problemas culturales de sus pueblos; un ejemplo para los que siguen pensando que los pueblos necesitan mas negocios que cultura. Cheguaco es un ejemplo, porque está en pie de lucha contra los bucaneros, contra los que en nombre del dinero pretenden pisotear todo el pasado histórico-cultural de nuestra isla, contra los que han convertido en su dorado a Margarita. José Joaquín Salazar Franco está en pié de lucha en pro del rescate de nuestra identidad, en pro del rescate de la Margarita sincera, de la Margarita generosa y bonachona, de la Margarita de los cachos y los auténticos velorios de cruz, de la Margarita de las diversiones, de nuestra Margarita de sangre, palabra y corazón. Escribir un libro como “El Cercado, Su gente y su cerámica”, es una manera de hacer resucitar a Margarita, es una manera de rescatar recuerdos.
Fundación José Joaquín Salazar Franco

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