Discurso

DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL DR. ÁNGEL FÉLIZ GÓMEZ CON MOTIVO DEL BAUTIZO DE LAS OBRAS “VIVENCIAS Y AUSENCIAS” DE DOMINGO CARRASQUERO, “MIS BODAS DE ORO CON MARGARITA” DE CARLOS STOHR Y  “POR LOS SENDEROS DE MARGARITA. CUENTOS DE CAMINO” DE CHEGUACO.

Hoy, 19 de junio de 2004, invoco a San Romualdo, noble italiano, ermitaño contemplativo, aislado del mundo por su silencio y ayuno riguroso, que murió tal día como hoy de 1027, y también busco la protección de otros santos cuyo día es hoy, como Gervasio, Protasio, el Obispo Culmanio, Ursicino, Zósimo, Bonifacio y la mártir Juliana de Falconeri. Así como he pedido la protección de la religión que nos vino de allende los mares, como decía Cheguaco, también invoco a sus divinidades tutelares: el sol, la luna, las estrellas, el viento, porque en estos días que corren hay que estar bien protegidos contra todas acechanzas y maletías, mal de ojos y demás hierbas, porque este año Venus se volvió a eclipsar después de 122 años y otros planetas andan errabundos echándole a perder los vaticinios a los aurúspices,  a los cartománticos y demás congéneres.

Por  un porsiacaso he pedido todas estas protecciones porque no es tarea nada fácil, pero si muy honrosa la que me ha encomendado la Fundación Cheguaco de presentar hoy, estos tres nuevos libros, que con ellos se suman ocho, de su prestigiosa y ya muy reconocida colección.

Esta vez la Fundación Cheguaco presenta dos libros de quienes aquí nacieron y quienes en el solar de sus casas  tienen enterrados maruto y placenta, y de otro, venido de mas allá, de muy lejos, pero que en el equipaje de su exilio trajo su maruto y  su placenta que hace cincuenta años enterró así mismo en esta tierra de guaicos y tacaribas, de querencias infinitas, en donde todavía las puertas no se han cerrado y se comparte el pan y el corazón con los que han venido a derramar la misma lágrima que derramó el querube y que en perla se convirtió.

VIVENCIAS Y AUSENCIAS

Conocía por referencia musical a Domingo Carrasquero, por aquello de los zapatos maqueros que se ponía Simón Guerra, aunque los míos me los hacía don Víctor Lunar de Los Millanes. Esa canción de Domingo es una de las protestas más válidas de cuando la Zona Franca y el Puerto Libre comenzaron a cambiar, a trastocar muchos de los rasgos de la identidad y de la cultura margariteña. Lamentablemente algunos de esos rasgos se han perdido definitivamente y nos queda a los que aquí estamos, preservar los que aún persisten. Será el mejor legado que podemos hacerle a los que vendrán, para que no se diga mañana que en nuestras manos se perdió la Margarita de las playas soñadoras y de hombres y mujeres recios y puros, que a brazo partido  y con el corazón henchido de sentimiento telúrico forjaron durante siglos una cultura propia, diferente a la del país del cual pasamos a ser parte.

Este libro de Domingo Carrasquero Ordaz que hoy presenta la Fundación Cheguaco, recoge parte de su producción poética y narrativa. La poética de Domingo está signada de un tono dialéctico, lo que comprendemos cuando en una de sus crónicas habla de sus lecturas de juventud, guiadas por ese sabio maestro que fue Pablito Romero Millán, y en donde Domingo destaca Como se forjó el acero, y que nosotros por experiencia propia le añadiríamos Los diez días que estremecieron al mundo, de John Reed; Los Cursos de Filosofía de Georges Pultizer, y el Manual de materialismo dialéctico e histórico, de F.V.Konstantinov, y alguna que otra novela de Gogol.

Carrasquero en sus poemas Orgullo y Estribo, cita a la dialéctica. En el primero de ellos dice: “Fui un romántico de conceptos/ un aprendiz de Quijote, / un teórico dialéctico (..)” En Estribo nos dice: “Cuando rompa con mi propio estigma, / me olvidaré de la dialéctica (..)” . Y es que en todos sus textos poéticos Domingo nos lleva de la mano por la concepción espiritual y filosófica de su formación. A veces hay mucha tristeza y desengaño en sus versos, como todo su poema Apuros y también en Temblores. Pero en otros poemas es sereno y es el alumno agradecido con su mentor a quien con dulces y hermosas palabras le dedica su poema Mi querido Viejo:  “Fue tan lindo conocerte, querido viejo / y al verte pensamos que / nunca fue tan puro el hombre / que hasta el agua de los ríos / tuvo lágrimas por tu esencia”.

Dos poemas de este libro tocan de lleno uno de los temas fundamentales de la poesía: la muerte. Domingo quiere Morir en mayo, y  en su pueblo. En eso nos recuerda a Cesar Vallejo, en Trilce, cuando quería morir en abril, en un París lluvioso. Y murió en París con aguacero. O a nuestro Luis Castro que anunció su muerte en las campanitas que doblaban en su pueblo (Porlamar). Pero en su otro poema Señora Muerte, Domingo, por si acaso, le pide a la muerte que se tome un café porque “Que la vida es eterna / y tú, Señora Muerte… solo eres un instante”.

Entre las crónicas de Domingo recogidas en este libro, hago especial mención de Tacarigüedad, que es una crónica de caña y muerte, como el libro de Orlando Araujo. Es una crónica de una vivencia única: su llegada al pueblo, el reclamo de la tía por no haber ido, después de tres días de estada, al cementerio a ver la tumba de su madre. El recorrido de Domingo desde su casa al cementerio es un vía crucis de caña y dolor. Por eso sería, que un filósofo tacarigüero escribió hace poco: que los abstemios mueren jóvenes. Debe ser así, porque a tanta falta de agua, no queda sino calmar la sed con licores espirituosos, pues así se llaman porque tonifican el espíritu.

MIS BODAS DE ORO CON MARGARITA. Pasión, vida y destino.

En este segundo libro que hoy presenta la Fundación Cheguaco es de Carlos Stohr, y lo vamos a reseñar en medio de los tacarigüeros nativos, para que él, en este día sienta más esa Margarita con la que se ha casado hace ya cincuenta años, y no será tan mala la mujer porque todavía no la ha dejado y ella lo soporta. Porque hasta habla margariteño, pero de una manera muy particular como en una oportunidad destacara Cheguaco y con justa razón, diciendo que Carlos cuando tenía seis años se cayó en el solar de su casa, “se partió la lengua y quedó con las palabras atravesadas”.

Nos vino Carlos desde Checoeslovaquia, cuando apenas era un adolescente. Venía de un pueblo de siglos de existencia, pero joven como nación. Ya había pasado la Segunda Guerra Mundial, y con esa ribazón de europeos que llegaron a nuestras playas para hacerse nuestros, vino la familia de Carlos. Dejaban atrás el suelo de sus ancestros, de una cultura de vanguardia en donde han destacado los escritores Jaroslow Seifert, Premio Nóbel de Literatura en 1984, y Jan Neruda, de quien se dice tomó el apellido Neptalí Reyes. Y de grandes músicos, entre ellos Antonim Dvorak y Leos Janacek. Por eso debe ser que Carlitos escribe y hasta canta galerón.

En este libro de sus Bodas de Oro, Carlos Stohr nos pasea por la Margarita que él conoce. Su evolución, mas no su progreso. Con sus dibujos, que es otra de las facetas de este hombre múltiple nos da una visión gráfica de pueblos y ciudades. De gente de su afecto y de gente del pueblo, al que él ha  sabido integrarse e interpretar sus vivencias y modos de vida, porque  sabe muy bien Carlos, que ese pueblo es la llama viva de la esperanza que nunca hemos perdido.

También inserta el autor en este libro, fotografías de él y de amigos suyos. Me llamó la atención la fotografía tomada por don Antonio Reina en la calle Mariño de Porlamar, el 26 de enero de 1944, en donde aparece un zeppelín gravitando sobre el claro cielo de Porlamar. No sabe Carlos Stohr, lo profundamente agradecido que le estoy por esta fotografía, pues los que ayer me llamaron embustero porque he escrito en Salitre, que el paso del zeppelín marcó un hito en mi vida y que yo lo había visto.

Aquí está la prueba, yo si lo vi, pero en la calle Guevara de Porlamar. Pero ahora me pregunto, ¿qué hacía yo, a los 7 años, 4 meses de nacido a esa hora y en la calle?

Queda así misma reivindicada Basilia Millán, quien lo vio en Agua de Vaca, así lo recoge la espinela de ese tiempo: “Cuando el zeppelín pasó / Dijo Basilia Millán / Unos cuantos morirán / Aquí en esta población / Ya me tiembla el corazón / El bofe y la pajarilla / Pasando por las antillas / Llevando rumbo a Caracas / Si cae en Agua de Vaca / Se hunde la población”.

Este es un libro para recordar los que hemos vivido esos años y para enseñar a los que comienzan, cómo éramos y qué hacíamos. Este libro ayudará a seguir preservando nuestro destino como pueblo.

POR LOS SENDEROS DE MARGARITA. Cuentos de camino.

En este libro Cheguaco nos vuelve a encantar con su prosa directa. No vamos a decir libro póstumo de Cheguaco porque Cheguaco siempre estará vivo y de cuerpo entero en el pueblo margariteño. El fue eso: voz de pueblo. Recogió por caminos y veredas, en zaguanes, en labranzas campesinas y pescadoras toda una serie de vivencias, las que después  con lenguaje “entendible” nos hizo llegar. Muchos fueron, algunos lo son  todavía los que niegan lo recogido   por Cheguaco. Y nosotros nos preguntamos ¿y el folklore no es una ciencia? Porque ciencia tiene que ser por que hay folklorólogos y hay metodologías para su estudio e investigación. Quien haya leído La rama dorada, de   Sir James Frazer, encontrara que las creencias y los mitos son  universales. Este autor inglés publicó a principios del siglo XX sus investigaciones realizadas en todos los continentes, y determinó las similitudes de creencias de algunas cosas entre pueblos distantes miles de kilómetros entre si. En nuestra religión se habla del diluvio universal, pero pueblos antiguos de África y de América así mismo hablan de un diluvio, sin haber jamás oído y mucho menos leído el del Antiguo Testamento.

Toda la picaresca margariteña está reflejado en este libro de Cheguaco. Parecen cachos, pero fueron realidades, hechos ocurridos que quedaron guardados en la memoria colectiva, que es el mejor archivo de los pueblos. Soy uno de los que dan su justo valor a los testimonios orales. Es una metodología de investigación que nos da valores para confrontar con documentos y libros. De esa confrontación saldrá después una verdad irrefutable que habrá de convertirse en la historia de las distintas localidades. Margarita es rica en  testimonios orales. Cheguaco los recogió, con ellos nos dejó libros, no solo para el disfrute sino para un mejor entendimiento de nuestra historia y de nuestra cultura popular.

Cheguaco siempre nos dijo que él era un conuquero prestado a la escritura. Supo arar y sembrar en el surco la semilla imperecedera que es la voz del pueblo. Y hubo largas sequías.  Y hubo gotas de rocío. Y otras sequías. Después llegó el milagro de la lluvia. Y pasaron soles. Y pasaron lunas. Y un día, el viento que todo lo lleva y todo lo trae, dijo a todos que ya habían nacido plantas que estaban espigando. Y mas luego que esas espigas estaban cuajadas de granos.

Hoy es día de cosecha. Y está el conuquero presente y a su lado Consuelo, el ángel tutelar de su casa, que con su sonrisa y sus palabras en voz bajita reza una oración para reconfortarnos a todos y para que sepamos de su querencia que está aquí cuando ya estamos mas cerca del día del Corazón de Jesús.

Hoy saboreamos estos tres panes de esa cosecha de Cheguaco y la  troja está llena de muchos frutos todavía. La semilla sembrada fue buena. Muy buena. Y el conuquero tuvo muy buena mano. Demasiado buena. Hoy sus hijos riegan con infinito amor el surco abierto. Cuidan sin desmayos el florecer de las espigas. Y recogen los frutos para amasar esos panes. Y pasaran soles y lunas. Y el viento nos volverá a convocar para la próxima cosecha.

Me siento orgulloso de haber compartido con Cheguaco muchos momentos de reflexión sobre el destino de nuestro pueblo. Con frecuencia junto con el maestro Jesús Manuel Subero, Con  Charo Rosas y con Heraclio José Narváez hacíamos ejercicios de sueños. ¿Y cuales eran esos ejercicios? Simplemente soñar que Margarita y Nueva Esparta fueran siempre las que nosotros conocimos, sencillas, solidarias y auténticas. Muy auténticas. Por eso soñábamos y luchábamos.

Hoy, Heraclio y yo seguimos soñando y luchando. Es la invitación que les hacemos a todos ustedes en nombre de ellos.

Fundación José Joaquín Salazar Franco

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