NO SE PREOCUPE SEÑORA GOYA
Cuando Goya escuchó la voz gutural del Padre alemán de ojos azules – los declarrro marrrrido y mujerrrr- sintió un gran alivio. Por fin se casó su hija Concha con un regalo de muchacho. Recordó que les debía una promesa a San Sebastián y al Corazón de Jesús, que por cierto tenía pocos meses que había llegado al Pueblo y ya había hecho varios milagros. Ella conocía muy bien a su hija.
Concha era quizás la muchacha más bella del Pueblo, pero también tenía fama de mujer indomable, hasta hace un meses atrás antes de casarse no había tenido un noviazgo que no terminara en una pelea donde ella salía airosa. Un día se fijó en Licho y puso en él toda su esperanza de una vida dedicada al amor. Se volvió de repente en una mujer seria, hacendosa y respetable.
Licho era un joven apuesto, trabajador, responsable y de sonrisa a flor de labios. Conoció a Concha se enamoró y le juró amor eterno. Le brindo a ella un amor directo y sin mentiras y como el mar cristalino y profundo.
Sostiene Peruchito: Concha era una mujer muy linda. A veces cogía unas rabietas y era capaz de entrarle a golpe a cualquiera, sin el menor miramiento. Licho era un tipo muy jovial, que caía muy bien a todo el mundo y especial a las mujeres.
Concha y Licho pasaron momentos muy bellos, tuvieron tres hijos que llenaron de alegría su hogar y que fueron su orgullo. Un día Concha se contagió con el gusano de los celos y empezó en la pareja el desamor. Su madre, Goya, que desde mismo momento del matrimonio se fue a vivir con ellos, siempre estuvo al lado de la hija aconsejándola y tratando de hacer que entrara en razón, puesto que su marido nunca había cometido un acto indebido que pudiera justificar sus celos. Licho, siempre comportándose de manera honesta y serena trataba en lo posible evitar los celos de su esposa y antes la preocupación de su suegra por un desenlace violento, él se limitaba a decirle – no se preocupe Señora Goya, que el día que deje a Concha, no vuelvo a vivir con ella –
Un día que Licho llevó a su casa con un pescado salado que le compró a una pedregalera, Concha le hizo una escena de celos tan violenta y él se fue para siempre.
No hubo Corazón de Jesús, ni San Sebastián, ni el Piache Tacarí, ni otros Santos, ni otros brujos que Concha no les rogara con el deseo de que volviera a su lado Licho, pero esto nunca ocurrió.
Sostiene Peruchito: Concha se quedo sola con sus hijos, lo cuales educó de manera ejemplar. Nunca más se le conoció novio alguno; Licho, el día de escena de celos, se fue en el barco La Firma de Dios del Capitán Pabucho Rodríguez para el Puerto la Guaira. Pobló medio Puerto, tuvo cincuenta hijos; y que en el Pueblo cuando alguien dice – no te preocupes Señora Goya – , las mujeres tiemblan porque seguro que cumple con lo que promete.
Fundación José Joaquín Salazar Franco

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