Denis Rodríguez

Sunday, La Hija de Mingo

Cuando Sunday González, esa tarde en hipermercado, saludó amablemente a Rosauro, éste se dio cuenta que esta mujer había cambiado. No era la persona que conoció en Harvard, cuando estudiaban Economía del Petróleo. Aquella Sundy como él la llamaba, era fría, calculadora, rígida, responsable, puntual, de vestir impecable, que le bajaba el lívido a cualquiera. Sundy de esa tarde sencillamente era otra, mas bella. Rosauro la invitó a tomar café y ella aceptó. Hablaron del pasado, de sus días en los Estado Unidos, como estudiante y al final él le preguntó cuantos días iba estar en Margarita, a lo que ella respondió – hasta que consiga a mi papá- .

– Como, ¿lo tiene perdido?- dijo él.

Ella le contó que nunca lo conoció, que su madre jamás le dijo como ni de donde era. Sólo lo bendecía por haberle dado una hija como yo. Con esto me sobornaba afectivamente y yo no insistía. Rosauro, pensó: – mierda, me encontré con otra hija de Cloto – luego preguntó:

-¿Cómo lo piensas conseguir?-

– Mi madre poco antes de morir me dio unas keywords-

– ¿Cuales claves?-

– Tacarigua, Margarita-

– Yo soy Tacariguero-

– Entonces tú me puedes ayudar-

– Con mucho gusto, pero eso esas son todas las claves que tienes-

– No hay dos más: Mingo y una que no entiendo bien –

Rosauro, inteligente dedujo: su padre es Mingo, pero será el que estoy pensando. Había quedado atrás los celos profesionales que sentía por Mingo cuando trabajaban juntos en la Industria, ahora eran muy buenos amigos, colegas jubilados, se reunían a menudo a leer poemas, a tomar tragos, a recordar los gratos momentos que pasaron trabajando cuando el petróleo era de ellos, pero nunca su amigo le había confesado que tuviera una hija fuera del matrimonio. Por otra parte, Sundy era blanca, de cara fina, nariz perfilada; el sabía por herencia que los hijos siempre sacan la nariz de los padres, por ejemplo – los cotorros – y Mingo no podía ser, y que perdone por la comparación, porque el tiene la nariz igualita la silla de la bicicleta de Chebelen y además era muy moreno. Entonces, quien es, se preguntaba. Rosauro le reiteró a Dominga el deseo de ayudarla y le prometió ir el siguiente día a buscarla para llevarla a visitar el pueblo de Tacarigua. Se fue preocupado, quien podría ser, se preguntaba constantemente, llegó a esa noche a Tacarigua y visitó a Che Pascual y le exprimió el cerebro, pero no pudieron dar con el Mingo buscado.

El día siguiente Sundy y Rosauro estaban recorriendo las calles del Pueblo. Él le hacía un recuento de lo investigado esa noche y le confiaba que aún no tenía un candidato que pudiera ser su padre. En el recorrido por el Pueblo, comieron empanadas de cazón hechas por Pola, Rosauro saludaba y presentaba a su amiga las personas que conocía; ese el Pelotita el de Juana, buen poeta, aquel el Che Pascual, sabio, ese el Yekho el de Juana, polifacético, aquel Pedro Daniel, hermeneuta, este Millo, escritor, … ese es Cocho el de Licha, pintor. En ese momento sintió que su amiga Sundy se calló un buen rato, como si había encontrado la clave que faltaba. Momento que aprovechó para agregar a la lista de Mingos el hijo de Licha, persona que borró rápidamente: – no puede ser- se dijo.

Sundy, lo mira fijamente y serena le pregunta:

-¿Hay o existió en Tacarigua una persona llamada Mingo el de Licha?, por que si lo hay o existió es mi padre- Rosauro tosió, le vino un ataque de asma, no respondió, pero le prometió averiguarlo.

Aún Rosauro, no le ha contestado nada Sundy. Ha analizado todos los pormenores y cree firmemente, que Mingo el de Licha es el padre.

Yo, también creo que es el Padre y hay que decírselo a Dominga. Rosauro prometió contárselo todo. Esperen la próxima nota.

P.S. La nota es verídica, solo son ficticio los nombres de algunos personajes, por razones obvias. Nota revisada y corregida por PDMata.

Fundación José Joaquín Salazar Franco

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