Ventana Margariteña

Artículos varios - Denis Rodríguez - Adiós mi prenda

Adiós mi prenda, mi amor querido

Adiós mi prenda, mi amor querido, fueron las últimas palabras que escucho Lola de  Tereso. Su esposo se iba  a Tierra Firme en busca de trabajo a los campos petroleros. Ella se quedó viendo la sombra de su ausencia:   se quedaba en el Pueblo con su pequeño hijo soportando una sequía prolongada y la pobreza  creciendo, con la esperanza de que un día no lejano, su Tereso la enviara a buscar y ella volver a meterse en sus brazos llena de amor.

Fueron pasando los días,  cada día más largo que el anterior, los pocos recursos que tenía Lola para sobrevivir se le iban agotando,  no había donde trabajar, sólo esperando se le pasaba la vida. Lola y su hijo  salían  a caminar por  el pueblo, ella era  el sueño y el amor  secreto de muchos hombres. Ella era una trigueña, de cabellos negro, largo y ondulado, de ojos negros, piel de cara  tensa, blancos dientes y  labios gruesos y rojos, senos firmes, cadera ancha, cintura estrecha, de talle esbelto y de breves pies, la mas hermosa trigueña es, decía  el bodeguero, el viejo Luís Beltrán, quien sentía por ella una pasión lasciva, y a quien Lola visitaba últimamente muy a menudo para pedir alimentos a crédito para mantener a su hijo, con el compromiso  que cuando Tereso se reportara en la compañía petrolera, le pagaría toda la deuda.

Una noche en una casa del Pueblo, prendían por primera vez un radio de galena y se escuchaba  la voz engolada de  Amado Pernía, diciendo: el reporter Esso, el reporter Esso, el reporter Esso…., en ese mismo momento se encontraba arrodillada  Lola, antes el cuadro de la Virgen pidiendo por sus seres queridos: su hombre y su hijo, cuando la brisa de la esperanza el trajo a  sus oídos el mensaje de que habían reportado  a Tereso, que habían reportado a Tereso, que habían reportado a Tereso, Lola dio las gracias a la Virgen y ese día durmió feliz toda la noche a lado de su hijo.

El día siguiente  Lola fue a la bodega de Luís Beltrán a buscar unos alimentos para dar de comer  a su hijo. El bodeguero le negó el crédito, y de forma arrogante y despiadada  le  dijo:

– Válgame Díos con el cuento del reporte de Tereso, ya te he fiao  más de sesenta  bolívares y nada que me pagas ni reportan al bendito Tereso. No hay más fiao. Vete de aquí.

Lola sintió una gran tristeza al no tener que llevarle nada de alimento a su hijo. El bodeguero se quedo viendo atentamente  a esa bella mujer, dueña de unos senos  hermosos empeñados en romper la tela de la blusa y saliéndole todo lo libinidoso de su ser y le dijo:

– Te doy una lata de leche Klim, si me deja disfrutar por un momentito una de tus  tetas. Lola, pensó mucho en su hijo, lo flaco que se estaba poniendo y pidiendo perdón a la virgen acepto  la propuesta. El bodeguero sintió como si pasaron muchas horas en abrirse Lola la blusa y ella sintió que pasó una eternidad el tener pegado  a su seno el viejo bodeguero y el viejo bodeguero sintió que pasó muy rápido el  delicioso momento, que le rogó que aceptara otra lata de leche Klim, por disfrutar su otro seno. Lola volvió aceptar y en ese momento perdió el control de su cuerpo que tenían mucho tiempo que no sentía esas vibraciones sexuales  y  quizás empujada por el diablo de las pasiones en palabras entrecortadas le dijo al bodeguero:

– ¿Me haces la diligencia? El bodeguero soltó el seno que tenía en su boca, su cara de miserable y avaro se iluminó y con una sonrisa pícara en los labios le contestó:

– Si me devuelves mis dos latas de leche.

Fundación José Joaquín Salazar Franco

Visita nuestro Facebook y Síguenos...