Adiós mi prenda, mi amor querido
Fueron pasando los días, cada día más largo que el anterior, los pocos recursos que tenía Lola para sobrevivir se le iban agotando, no había donde trabajar, sólo esperando se le pasaba la vida. Lola y su hijo salían a caminar por el pueblo, ella era el sueño y el amor secreto de muchos hombres. Ella era una trigueña, de cabellos negro, largo y ondulado, de ojos negros, piel de cara tensa, blancos dientes y labios gruesos y rojos, senos firmes, cadera ancha, cintura estrecha, de talle esbelto y de breves pies, la mas hermosa trigueña es, decía el bodeguero, el viejo Luís Beltrán, quien sentía por ella una pasión lasciva, y a quien Lola visitaba últimamente muy a menudo para pedir alimentos a crédito para mantener a su hijo, con el compromiso que cuando Tereso se reportara en la compañía petrolera, le pagaría toda la deuda.
Una noche en una casa del Pueblo, prendían por primera vez un radio de galena y se escuchaba la voz engolada de Amado Pernía, diciendo: el reporter Esso, el reporter Esso, el reporter Esso…., en ese mismo momento se encontraba arrodillada Lola, antes el cuadro de la Virgen pidiendo por sus seres queridos: su hombre y su hijo, cuando la brisa de la esperanza el trajo a sus oídos el mensaje de que habían reportado a Tereso, que habían reportado a Tereso, que habían reportado a Tereso, Lola dio las gracias a la Virgen y ese día durmió feliz toda la noche a lado de su hijo.
El día siguiente Lola fue a la bodega de Luís Beltrán a buscar unos alimentos para dar de comer a su hijo. El bodeguero le negó el crédito, y de forma arrogante y despiadada le dijo:
– Válgame Díos con el cuento del reporte de Tereso, ya te he fiao más de sesenta bolívares y nada que me pagas ni reportan al bendito Tereso. No hay más fiao. Vete de aquí.
Lola sintió una gran tristeza al no tener que llevarle nada de alimento a su hijo. El bodeguero se quedo viendo atentamente a esa bella mujer, dueña de unos senos hermosos empeñados en romper la tela de la blusa y saliéndole todo lo libinidoso de su ser y le dijo:
– Te doy una lata de leche Klim, si me deja disfrutar por un momentito una de tus tetas. Lola, pensó mucho en su hijo, lo flaco que se estaba poniendo y pidiendo perdón a la virgen acepto la propuesta. El bodeguero sintió como si pasaron muchas horas en abrirse Lola la blusa y ella sintió que pasó una eternidad el tener pegado a su seno el viejo bodeguero y el viejo bodeguero sintió que pasó muy rápido el delicioso momento, que le rogó que aceptara otra lata de leche Klim, por disfrutar su otro seno. Lola volvió aceptar y en ese momento perdió el control de su cuerpo que tenían mucho tiempo que no sentía esas vibraciones sexuales y quizás empujada por el diablo de las pasiones en palabras entrecortadas le dijo al bodeguero:
– ¿Me haces la diligencia? El bodeguero soltó el seno que tenía en su boca, su cara de miserable y avaro se iluminó y con una sonrisa pícara en los labios le contestó:
– Si me devuelves mis dos latas de leche.
Fundación José Joaquín Salazar Franco

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