LA TRISTEZA DE UN LIBRO
Una noche, después de haberse cerrado la biblioteca, los libros empezaron a conversar unos con otros.
El de Biología le decía al de Historia: hoy muchos niños me consultaron, para realizar una investigación y yo los ayudé. Y el de Historia respondió: yo también ayudé a muchos niños hoy, les enseñé la vida de muchos héroes. En ese momento intervino el de Geografía y también dijo: yo me siento muy alegre porque los niños me leen mucho y aprenden mucho sobre mi país.
A medida que pasaban las horas se iban uniendo más libros al grupo y contaban sus experiencias con los niños. Unos decían que los cuidaban, que no los rayaban. En eso oyen un ruido y sienten que uno de los libros estaba llorando. Se le acercaron y el de Castellano le pregunta: ¿Por qué lloras? ¿Qué te pasa? Y él le responde: porque todos ustedes hoy fueron leídos por los niños y a mi nadie me leyó. Entonces el de Historia le dice: no estés triste, porque mañana será otro día y seguramente un niño te necesitará.
Al día siguiente abrieron la biblioteca y llegaron los niños. Uno de ellos tomó el libro que todavía estaba triste y cuando lo abrió le dijo a todos sus compañeros: ¡Que libro tan interesante, tiene diversos temas de estudio!. De ahora en adelante lo vendré a leer todos los días y será mi gran amigo. El libro se sintió feliz, junto con todos sus compañeros.
Fundación José Joaquín Salazar Franco

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