GENTE DE MI PUEBLO
Félix Landaeta
Félix nació un 25 de Febrero de 1919; era un día Martes y el ambiente que se respiraba tenía un poco del calor margariteño, en plena Calle El Paraiso de nuestro Toporo ancestral. Los padres de Félix fueron Macario Landaeta y Telésfora Quijada, ambos naturales y vecinos de este suelo, por la gracia de Dios. De niño, uno de sus pasatiempos favoritos era ir al cerro El Guayabal a desarrollar sus primeros pasos por la agricultura, de la mano de su padre y respirando ese aire que por siglos y siglos, nos acaricia, nos rodea y nos vuelve a acariciar.
Félix fue a la escuela del pueblo, en su niñez, pero la vista le jugó una mala pasada y no podía hacer las tareas, por cuanto las cosas las veía borrosas y no había manera de concentrarse en la lectura ni en la escritura; así se quedó sin saber leer ni escribir pero diestro para la vida. Un Jefe Civil, en el año 1929, llamado Juan Linares S., multó a Macario, su papá, con 5 bolívares por cuanto no acudía a la escuela. El Jefe Civil cumplía la Ley que obligaba al padre a educar a sus hijos, pero pagó bastantes multas, el pobre de Macario, porque Félix tenía problemas visuales y las letras se le encaramaban una sobre otra y no había mundo ni manera que se quedaran quietas.
Félix estuvo 4 veces en Los Caños, donde ganaba 5 reales diarios, 15 bolívares semanales y no le pagaban el domingo, eshierbando malojos, limpiando terrenos, sembrando maíz y auyamas, matando culebras y no se aguantaba mucho en ese sitio por cuanto, las plagas y el calor, le destrozaban hasta el esófago.
Félix ha estado en Cumaná, en Maturín, en El Tigre, donde luego de trabajar en una contrata, le encontraron una hernia y no se la quiso operar y estuvo en Caracas, en la casa de Aníbal Rodríguez y en Puerto la Cruz y en Anaco y aquí trabajó con el INOS en el Dique de San Juán y como albañil en la Constructora de Victor Alfonzo, el de El Maco.
Félix se casó con una hija de Julio Brusco llamada Atanasia Brusco Malaver, llevan 64 años de casados y tuvieron 6 pimpollos llamados: Alberto, Juana, Auristela, María de Lourdes, Irene y Emilia, los cuales son su mayor orgullo. Queremos homenajear a Félix, por sus 64 años de casado y por ser un hombre que hasta el sol de hoy, trabaja, incansablemente haciendo posible el refrán que “el trabajo dignifica”.
NOVIEMBRE y DICIEMBRE EN TACARIGUA
• El martes pasado, cumplió años en Nigeria, país donde desarrolla sus actividades diplomáticas, Antonio García Cabrera, el hijo de Zuleida y nieto de Ninito….un abrazo hasta él
• El miércoles estuvieron de cumpleaños, en Caracas, Oriana Malaver Cusati, la hija de Roberto y Rafaela, a quien enviamos el mejor de nuestros saludos y en El Tigre, Luís A. Rivero, el hijo de María Ceferina y el Maestro Cándido Sánchez……ese día el recuerdo imborrable para Flor María Salazar de Gil
• El jueves fue el cumpleaños de Itza González, la hija de Chu Ramón a quien felicitamos con afecto
• Ayer estuvo de cumpleaños, Tomás José Larez Gil, el hijo de Tilo y Librada y quizás, el Tacariguero que tiene mas horas de vuelo internacionales
NOTAS
Excelente la vocalización del Himno Nacional de nuestra Jennifer Moya, en el Estadio Nueva Esparta en ocasión de la serie vs Magallanes…felicitaciones
Continúan las lluvias en el pueblo….cachapas seguras otra vez
Ahora no le dicen Negro, ni Afrodescendiente sino …..El Efaratador
Duelen los muertos palestinos y los israelíes también….somos todos iguales
Es posible que en Diciembre, la Fundación Cheguaco, publique un nuevo libro de su entorno familiar….informaremos ampliamente
ANÉCDOTA
Mónico Larez fue una excelente persona, de 1,90 de estatura y mas de cien kilos de peso bien distribuidos; era muy servicial y campechano, buen amigo. Dice la gente que Mónico comía mucho y muy rápido, hacía gala de una rapidez increíble y siempre repetía sus platos. Una vez, en uno de esos barros que se realizaban en nuestra Tacarigua, donde el dueño de la casa a embarrar ponía comida y ron, Mónico estaba trabajando en esos menesteres cuando llegó la hora de la comida y el era el primero en estar listo
Todos veían lo rápido de engullir de Moco hasta que uno de ellos observó que se estaba poniendo morado, como atorao pero no aflojaba el plato, le daban golpes en la espalda y nada y al ver que empeoraba, alguien gritó:
– Tráiganle agua a ese hombre que está atorado
y Mónico, entre morados y platos y preocupaciones les decía:
– Agua no,….cardo, cardo
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