Biografía de Argenis Sánchez Rojas
Escrita por Domingo Carrasquero Ordaz
Era Jueves por la tarde cuando Cunda Núñez ayudó a mamá, Prima Margarita Rojas, a traerme al mundo en Tacarigua, hace 70 años, en la Calle Real, bajo un calor sofocante, con angustias por todos lados y un Cebo de Flandes al lado de la cama: comenzaba mi vida con gritos, pujidos y sudores. Era yo que llegaba para quedarme al costado de la vida.
Era un 17 de Febrero, fecha importante en la historia de la literatura por cuanto, cien años antes, exactamente cien años, en 1836, nacía en Sevilla uno de los poetas mas importantes de la humanidad, Gustavo Adolfo Bécquer, el iniciador del romanticismo español, autor de Las Rimas y Las Leyendas, quien murió joven, de apenas 34 años; en Venezuela, un 17 de Febrero, sin importar el año, Bolívar, en Angostura, fue juramentado como Presidente de Venezuela, también se desarrolló la Batalla de Coplé, en Guárico donde León de Febres Cordero, derrotó a los federales de Falcón y Zamora; de igual manera murió en Macuto el expresidente Ignacio Andrade y cuando yo cumplía 30 años, se firmó el Acuerdo de Ginebra entre Venezuela y la Gran Bretaña. En Margarita, fue nombrado Gobernador Juan de Eulate y llegó a nuestra Isla Juan de Betín, constructor de los castillos Juan Carlos Borromeo y Santa Rosa, nuestras reliquias actuales. También un 17 de Febrero murió el gran poeta José Joaquín de Olmedo.
Mi papá, Francisco Cándido Sánchez González, no escatimó esfuerzos para zumbarse sus guaralazos de ron , con su cuatro en el cuadril y su garganta a tono. Por cierto, papá, hacía un mes que le había entregado la Prefectura a Roberto Alvarez C. y a su Secretario Juanchito Rivero Millán.
Mi infancia fue como la de cualquier muchacho del pueblo, jugar picha y hoyo, montar voladores, jugar al escondido, jugar libertad y acostarnos temprano porque la luz la apagaban a las 8. También era divertido subir los cerros y picarle el ojo a las muchachas de entonces; era placentera la hora de liberarse a jugar después de las tareas; era uno mismo dando rienda suelta a sus propias necesidades.
En la Escuela Napoleón Narváez, en mi pueblo, pertenecí a la primera promoción de Cuarto Grado junto con Teodorina Adrián Gil, Bonifacio Díaz Moya, Amada Gil Cabrera, Estelia González Gil, Antonia González Núñez, Aparicio González Brito, Juana González Sánchez, Aquilina Guilarte Guzmán, Victoriano Guilarte, Asdrúbal Lárez Albornoz (La Asunción), Julio Cesar Larez Albornoz (La Asunción), Fabricio Larez, Felipe Malaver Moreno, Iginio Malaver Sánchez, Cruz Ramón Marín, Rafael Mata Mata, Elena Rivero Millán (Nació en Macarapana,Sucre), Heladio Ramón Rodríguez, Tomás Romero Marcano, Romelia Velásquez Landaeta, Alberto Zabala y Anastasio Zabala Landaeta. Las alumnas de mas edad tenían 14 años (Antonia González Nuñez y Elena Rivero Millán)) y el mas joven, de 10 años, Iginio Malaver Sánchez, mi primo hermano.
De los promovidos fuimos eximidos 9: Aparicio González Brito, Juana González Sánchez, Iginio Malaver Sánchez, Elena Rivero Millán, Tomás Romero Marcano, Romelia Velásquez Landaeta y yo y el mejor estudiante fue Aparicio González Brito con un promedio de 18 puntos. Obtuvimos el Certificado de Suficiencia de Educación Primaria Elemental y corría el año de 1947. Dos años después saqué mi Certificado de Sexto Grado.
Después mis padres, con la situación económica de la casa, algo precaria, me enviaron casa de unos familiares en El Tigre y estudié los tres primeros años en el Briceño Méndez, de esa población, mi cuarto año lo realicé en el Rísquez de La Asunción y me gradué de Bachiller en Biología y Química en Caracas, Liceo Fermín Toro, en plena dictadura de Pérez Jiménez.
Posteriormente me fui a Mérida, a estudiar y el 16 de Julio de 1960, con 24 años de edad, obtuve el Título de Doctor en Farmacia en el Paraninfo de la Ilustrísima Universidad de Los Andes. Recuerdo esa época, con aquel frío que me llegaba hasta el alma pero uno se va aclimatando y compartir sus ratos libres con sus paisanos Moncho, el de Chica Romero, Perucho el de Beltrán que llamamos El Premier y los traguitos de celebración y las serenatas y Glorias Patria y Los Chorros de Milla y aquellos cerros llenos de nieve y la Catedral y “ linda mujer, preciosa merideña” y mi afición por la esgrima que me llevó a ganar varios trofeos en los juegos internos de la Universidad….Esos recuerdos taladran el alma y lo llevan a uno a aferrarse mas a la vida, a recordar con pasión y a sentir que se le aguan los ojos con los recuerdos….fueron los mejores tiempos de mi vida: la universitaria.
Luego de graduado me vine a la Isla de Margarita y comencé a trabajar en la Farmacia Juangriego como Regente y a dar clases de Física en la Escuela Técnica Industrial de la población mencionada. Estaba bien en mi pueblo pero había algo que no me satisfacía profesionalmente, no estaba conforme con lo que estaba haciendo.
Posteriomente, con el fin de abrirme horizontes, me fui a la ciudad de Cumaná y empecé a laborar, siempre como Regente, en las Farmacias Santa Elena y Principal hasta que me convertí en dueño de la San Judas Tadeo; mis compromisos, en estas farmacias, los compartí con los de Profesor de Biología en el Instituto Santa Inés, Colegio Nuestra Señora del Carmen, Seminario Diocesano y Creación Cumaná el cual es nocturno.
En Cumaná vi desfilar por mi casa a los primeros muchachos que llegaron a estudiar y de quienes guardo recuerdos imborrables; allí llegaron mi hermano Arsenio, Machito, el de Mariita, Charito, el de Chica Malaver, Domingo, el de Donata, Ñeño, el de Lencha, Marcelys Mata, del Valle de Pedrogonzález , una persona extraordinaria, Chendo, el de Panchita. Hoy todos son profesionales, algunos jubilados pero siempre iguales, pendientes de su País, de Tacarigua y de su familia, como debe ser.
Durante mi existencia procreé a Rosibel , César Augusto, fallecido a temprana edad, Argenis Rafael, Flor del Valle, María de los Angeles, Mariana Andreina y Carenis Andreina.
Actualmente me encuentro jubilado por el Ministerio de Educación y por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.
Han pasado 70 años de existencia terrenal de los cuales 46 son como Profesional de la Farmacia, sirviéndole a la comunidad, es decir a mi País; vuelvo la vista atrás y me atormentan los recuerdos de mis padres que me enseñaron a ser lo que soy, de mis hermanos que me ayudaron tanto y me aconsejaron tanto a quienes nunca podré olvidar, de las calles del pueblito donde nací y donde cuando llovía, hacíamos una fiesta con las corrientes de agua y las competencias de barquitos, de mis amigos muertos, de la gente de ese pueblo que se me atragantó en el cuadril de los sueños, de mis cerros donde buscábamos leña y oíamos cantar las paraulatas y las chiquías y las guacharacas…ha pasado la vida y aquí estoy hasta que Dios haga su santa voluntad.
Pero también es un tiempo para recordar con cariño, por ejemplo a los hijos que he dado a la vida y que me colman de amor en ratos de nostalgia, los amigos que siempre me han dado un pedazo de amistad para combatir juntos el paso del tiempo, las mujeres que han estado a mi lado cuidando mis pasos y velando por mis acciones y sobre todo tener al Dios que tenemos que ha sabido premiar mi existencia por llegar a la edad que tengo y por prometerme seguir viviendo en cada latido, en cada sístole y diástole, en cada amanecer, en cada Dios te bendiga, hijo, en cada abrazo con los hermanos, en cada buenos días, mi amor, en cada soñar y sobre todo en cada orgullo de haber sido lo que soy y de lo cual estoy orgulloso.
Fundación José Joaquín Salazar Franco

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