El medio siglo del Comité de Desarrollo Cultural de Tacarigua (CDC)
Por: Julián Salazar Velásquez
Hace cincuenta años, a un grupo de habitantes de Tacarigua en la Isla de Margarita se les ocurrió la brillante idea de propiciar la creación de una institución cultural que permitiera impulsar el desarrollo de nuestro pueblo. En esos tiempos yo era un adolescente de quince años y aún recuerdo con el entusiasmo que los motivaba y las reuniones que inicialmente se comenzaron a llevar a cabo en el Bar y Cine Tropical, en la casa donde hasta hace pocos años atrás estuvo la Farmacia Hilda que hoy está cerrada.
En esas reuniones se diseñaban los primeros esbozos de lo que serían los estatutos, los planes y razón de ser de la institución que fue bautizada como Comité de Desarrollo Cultural de Tacarigua (CDC). En esa oportunidad resaltó el liderazgo de hombres como Cheguaco y Pablito Romero, quienes hoy no están con nosotros pero siempre serán recordados en nuestros corazones; de Vicente “Chente” Lárez, promotor de la idea original y también el de muchachos de aquella época como aquel joven ingeniero civil de 33 años, quien fue uno de los primeros profesionales tacarigüeros, recién egresado de la Universidad de Los Andes, que desde el comienzo fue seleccionado para dirigir la institución. Me refiero al Ing. Pedro Rivero Núñez, bajo cuyo liderazgo se inició una etapa brillante en el acontecer cultural, deportivo, social y de mejoramiento de la calidad de vida de nuestro pueblo.
Culminada la etapa de visión y fundación del CDC el 8 de Agosto de 1968, la Junta Directiva fue presidida por el Ing. Pedro Rivero Núñez y constituida por un sólido equipo compuesto por: secretaria, Elizabeth Ordaz Malaver; comité de damas: Josefina de Rivero e Isidora Salazar (Isidora María Salazar González); secretario de cultura: Pablo Romero Millán; bibliotecario: José Joaquín Salazar Franco “Cheguaco”; tesorero: Antonio Gil Amaíz; secretario de actas y correspondencias: Agustín Landaeta ( Agustín Rafael Landaeta); vocales: Dionisio Gil Franco y Jesús Gil Millán; y de un grupo de adolescentes de esa época que conformamos la Sección Juvenil, la cual coordiné en compañía de Ismael González (Ismael González), Rafael Salazar, Alcides González (Alcides González), René Maza (René Rene Maza), María José Gil (María José Gil Salazar), José Melitón Marcano (+), Roberto y Teodorito Malaver (+) y muchos otros que sería largo enumerar.
El equipo directivo logró orientar la institución hacia la búsqueda de objetivos encaminados hacia el bienestar de la comunidad, entre los cuales es importante mencionar la creación del salón de lectura en la biblioteca “Moral y Luces”, la presentación de charlas, conferencias, cursos, eventos sociales, culturales y deportivos, apoyo a las festividades del Sagrado Corazón de Jesús; así como, relaciones e intercambios con otros centros culturales y exigencia de reivindicaciones a las autoridades para mejorar la calidad de vida de la comunidad. Mención especial merece la edición del periódico CDC, publicado mensualmente desde octubre de 1969 por la Sección Juvenil, por casi tres años y habiendo llegado a ser ganador en tres oportunidades del Premio Regional de Periodismo en 1970, 1971 y 1972.
Aún es de grata recordación el entusiasmo reinante en aquellos momentos, que se mantuvo y prolongó durante la década de los 70, 80 y 90. Entraron y salieron varias generaciones de niños y jóvenes por sus salones. Muchos de nosotros tuvimos que emigrar por razones de estudios y de trabajo, pero Pedro Rivero y Chepina, Pablito, Cheguaco, Toño Amaíz y varios nuevos integrantes de los equipos directivos y colaboradores se mantuvieron siempre firmes, atrayendo y formando nuevas generaciones, muchos de los cuales hoy son profesionales, artistas, excelentes trabajadores y padres de familia, es decir, gente de bien.
Hay un aspecto que es muy importante destacar, como lo es el extraordinario aporte que el Ing. Pedro Rivero Núñez ha dado a nuestro pueblo de Tacarigua, no solo en los logros como líder del CDC, sino también como Director de obras Públicas del Estado Nueva Esparta a comienzos de la década de los 70. Todavía nuestro pueblo se está beneficiando de sus obras, que, como todas las grandes realizaciones perdurarán en el tiempo, tales como la Casa de la Cultura y Sede del CDC, el asfaltado total de las calles del Sector Toporo y El Conchal, así como también otras obras como la concha acústica y la cancha de básquetbol, las cuales todavía rinden beneficios a nuestra comunidad.
Y este 8 de agosto del presente año 2018, cuando se cumple el medio siglo del CDC, así como les he mencionado brevemente las vivencias de las actividades en las que participé, es oportuno el momento para también compartir lo que aprendí en esos años.
¿Qué aprendí en el CDC?
Esto viene a mi memoria porque hace pocos días, conversando con mi querida esposa Marivalentina, para ver en qué medida podríamos colaborar con esta celebración, yo le decía que si hay que contribuir porque yo le debía mucho al CDC, institución en la cual aprendí una inmensidad de conocimientos, muchos de los cuales me sirvieron en la etapa estudiantil y me siguen sirviendo en mi vida profesional; tales como: la dirección de reuniones, el funcionamiento de un equipo directivo, el aspecto financiero, la organización de eventos, el periodismo y el aprecio por la cultura y los valores.
Uno de estos aprendizajes, que siempre evoco y después de muchos años continúo poniendo en práctica en mi trabajo y otras actividades en los grupos que participo, fue la “dirección de reuniones”. En aquellos tiempos, observaba como se llevaban a cabo aquellas reuniones semanales del CDC. Todos los martes, de 7:00 a 8:00 de la noche, con estricta puntualidad y exacto cumplimiento del tiempo, con su director de debate bajo la guía del presidente, donde cada quien participaba previo a la solicitud de un derecho de palabra y con el respecto de los demás miembros de no interrumpir mientras se tenía la palabra. Cada quien exponía en forma breve sus resultados y planes. Pedro Rivero establecía el orden del día o agenda y ponía la pauta en las reuniones; Agustín Landaeta leía el acta y tomaba nota de los puntos en desarrollo; Toño Gil Amaíz, con su libro de contabilidad informaba de los egresos e ingresos y saldo en cuenta más los detalles de cada renglón; Cheguaco exponía sus puntos de vista acerca del funcionamiento de la biblioteca Moral y Luces, los planes de expansión y otros asuntos culturales; Pablito Romero informaba sobre los contactos con otros centros culturales, con la Federación de Centros Culturales de Nueva Esparta (FEDECENE) y las actividades semanales y diarias; Nicho Gil, los eventos culturales pendientes; Chepina de Rivero, Lolita Salazar y Maché Salazar, con respecto a las actividades del comité de damas; y este servidor exponía sobre las actividades de la sección juvenil, los eventos y la edición mensual del CDC. Las aprobaciones, la mayoría de las veces se hacían por consenso y en alguna ocasión por votación democrática. Al final, todo lo acordado quedaba establecido en el acta, con su responsable y fecha de cumplimiento. Un ejemplo extraordinario de cómo llevar bien organizada una reunión de trabajo, enseñanza que reforcé luego de muchos años después en mi entrenamiento las empresas donde he trabajado.
En este mismo orden de ideas, estaba el “funcionamiento del equipo directivo”. Cada quien con sus funciones, sus planes y actividades bien establecidas. Es como lo que conocemos en la actividad gerencial como descripción de puestos, con sus planes, metas y objetivos a corto, mediano y largo plazo. Muchas de estas cosas las aprendí inicialmente en el CDC.
Otro aspecto que me impactó fue el relacionado con las “finanzas”. Conocimientos que asimilé de Toño Gil Amaíz, cuando abría su libro de contabilidad, todo excelentemente ordenado, con impecable letra de caligrafía y con sus columnas de: conceptos, ingresos, egresos, fecha y saldo. Este aprendizaje lo vine a reforzar en cursos de gerencia y de finanzas en Venezuela, USA y ahora en México. Durante éstos, me acordaba del CDC y sus conceptos muy básicos de cómo llevar orden en las escasas finanzas que se tenían. En aquella ocasión a manos de una gran persona como Toño Gil, quien después de sus labores como obrero, agricultor y conuquero cumplía con sus deberes de Secretario de Finanzas o Tesorero.
Cultivé otra enseñanza muy importante como la “organización de eventos” como aquellos auspiciados por el CDC, de tipo: culturales, deportivos, sociales y religiosos. Bajo la guía de Pablito Romero Millán aprendí a tomar en consideración todos los detalles para que cualquier actividad se llevara a cabo con éxito, teniendo siempre en cuenta: la planificación, la fecha y hora, las tareas de los miembros del equipo organizador, el presupuesto, la promoción, las invitaciones, la propaganda, la bebida y refrigerios, los resultados esperados y el análisis de éstos. Inolvidables lecciones que después vine a saber que se llamaba gerencia de proyectos. Infinidad de enseñanzas las de Pablito Romero. Muchas de ellas, lecciones de vida dadas con el ejemplo: el entusiasmo, la dedicación, la perseverancia, la paciencia, la colaboración con las actividades útiles para la comunidad y la empatía con los jóvenes. Así como también, a jugar ajedrez, imprimir los primeros números del CDC e invitaciones en un multígrafo artesanal, tipo “batea”, a organizar eventos y muy especialmente a tener siempre en el corazón el amor por nuestra Tacarigua.
Una actividad novedosa que me dio grandes satisfacciones en este centro cultural fue “el periodismo” mediante la edición del órgano divulgativo “CDC”, coordinado bajo la dirección de la sección juvenil durante tres años, desde octubre de 1969 hasta mayo de 1972, con un total de 32 números y tres premios regionales de periodismo en 1970, 1971 y 1972. Toda una hazaña en esos tiempos de la máquina de escribir, el multígrafo y la imprenta. ¿Quién nos orientó en esta actividad? Ahí estuvo presente el apoyo y motivación de parte de mi señor padre Cheguaco, amante de las letras y de la divulgación cultural.
Otro aspecto importante que cultivé en nuestro CDC, en esos inicios hace media centuria, fue indudablemente el aprecio por la “cultura y por nuestros valores”. Fue ahí donde comencé a estimar el gusto por la música folclórica margariteña y venezolana. Recuerdo que la música de fondo que escuchábamos, mientras jugábamos ajedrez en la primera sede, eran los discos de Francisco “Chico Toño” Mata, los instrumentales de Inocente Carreño y el violín larense de Pablo Canela. En esos años, alguien donó unos discos de música instrumental de Frank Pourcel, un LP que recuerdo se llamaba “Pourcel pour vous” con algunas melodías que todavía escucho con añoranza como: Penny Lane, El amor es azul, La mar, Lo importante es la rosa, etc; y otro LP de los valses de Strauss como “Danubio Azul”, “El Emperador”, “Los bosques de Viena” y muchos más, y una colección de 10 LPs de la obra clásica de Beethoven. De ahí viene mi afición por la música instrumental y clásica, que me sirve para mantenerme relajado y tranquilo, tanto en el hogar como en la oficina.
En fin mis entrañables amigos de Tacarigua, contemporáneos y actuales del CDC, para mí ha sido una estupenda noticia de gran regocijo el saber que van a celebrar el 50 aniversario de esta noble institución, y más felicidad sentí cuando en el año 2007 reabrió sus puertas con el entusiasmo de Domingo Carrasquero e integrantes de equipos de trabajo para el reinicio de actividades; y mucha satisfacción sentí con esta nueva directiva bajo el liderazgo de José María Sánchez y su equipo, que han dado un impulso exponencial a la institución -a pesar de la situación de crisis de atraviesa actualmente el país- con actividades muy innovadoras como las campañas de limpieza del pueblo, la feria de la cachapa, el apoyo a las actividades religiosas del pueblo de Tacarigua y un sinfín de proyectos de largo enumerar.
A mí me daba mucha tristeza cuando iba a Margarita de vacaciones y veía las puertas del CDC que permanecían cerradas, pero ahora ese sentimiento se transformó en regocijo, cuando a pesar que no puedo ir por estos largos años de exilio, veo desde las redes sociales todo el inconmensurable trabajo que están haciendo por nuestro pueblo en esta nueva etapa de su renacimiento.
Saludos estimados amigos y siempre cuenten con este servidor para colaborar dentro de mis posibilidades.
Julián Salazar Velásquez
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