“HE CURADO AQUÍ A MUCHA GENTE”

Rómulo Cardona (Texto y fotos)

Setenta y nueve años cumplió Carmen Josefina Landaeta de Núñez. Para el momento de la entrevista, la gripe y las dolencias del cuerpo la mantenían de “reposo” por tres meses; sin embargo, dada mi insistencia accedió a atenderme, fue posible la entrevista.

De entrada me hizo llegar su inquietud porque sus coterráneos de Tacarigua, la gente a quien ella ha curado se han mostrado un tanto indiferentes, “tú crees que han venido a preguntar por mí, les ha importado que yo estoy enferma. He curado aquí a mucha gente; quien siempre está pendiente de mi es Rafaelito Tovar, yo curé a su hijo, a Rafael Eduardo. Yo tengo abiertas las puertas de todas esas clínicas, la gente a donde voy me atiende, me conoce. Mi hijo trabaja en PDVSA, tengo seguro”, dice la señora Carmen. “Ah, también hace días estuvo por aquí un teniente coronel que yo curé a los cinco años, vive en Los Teques, no encontraba la casa porque esto era un ranchito, ha cambiado, pero si sabía quién es Carmen Landaeta de Núñez”, afirma.

Madre de nueve hijos: Dalmiro, Jesús, Benjamín, Migdalia (Yaya), María José, Luis, José Manuel, Micaela y Migdalia, la nieta que crió y a quien considera su hija. “Le he dado mucho cariño a esa nietica, la quiero como si la hubiese parido, por eso es que digo que tengo nueve, yo la quiero como una hija más”, agrega.

Niños, jóvenes, adultos, mucha gente la visita en su residencia, ubicada en la calle Corazón de Jesús, en Tacarigua, paralela a la iglesia. Doña Carmen soba, quita yeso, reza, santigua, cura culebrillas, amigdalitis, fístula, carbunco, golondrinos, disípela, llaga, sapillos, tomatitis. “Muchos especialistas me mandan gente para acá, ¡muchacho!, yo rezo picadura de animales, ahorita salió de aquí el nietico de Lencho, que le había picado un animal, un gusano; lo atendí porque era un niño, pero en verdad ahora es que estoy saliendo de esta fuerte gripe”, comenta Carmen Landaeta.

El “doctor”

“Juan Marcano Mata, mi papá, era el único “doctor” que existía por aquellos años en estas tierras, curaba de todo en este pueblo. A mi papá lo quise mucho, de él aprendí bastante, todo lo que sé. Era un gran curioso. Yo lo que hacía era planchar, lavar, cocinar arepa, ganándome un bolívar, cuando el bolívar valía, se compraban muchas cosas con esa gran “cantidad de dinero”. Vendía cachapa en la carretera, trabajaba duro para levantar a esos muchachos, hoy gracias a Dios todos trabajan, se graduaron, se defienden, mira la cantidad de diplomas, títulos”, me señala en la pared de su hogar.

La oración

“Antes de morir es que se anota, se guarda, si yo se la doy ahorita la pierdo, se pierde “el secreto”. Mi santiguao de Jesús, María y José, es muy bueno. San Pablo, la Virgen del Valle, Corazón de Jesús, todos los santos. Una ramita de piñón, un Cristo, o una vela, mucha fe y lo que uno sabe son suficientes, “afirma la señora Carmen Landaeta.

Ya casi al final, luego de las fotos, cuando me venía le dije y por qué no me santigua a mí, “cómo no”, me dice. Buscó su vela y me rezó. Le pregunto qué si no hay problemas por ser día sábado y me explica que no; “claro, los mejores días son martes y viernes, preferiblemente del medio día para la tarde que estoy más desocupada”, señala.

“Espero estar totalmente bien, en los próximos días, alimentarme, curarme, para seguir ayudando. Los médicos me quieren mucho, las enfermeras, he curado a muchos niños, me saludan a donde voy. Me siento bien curando a tanta gente de todas partes”, acota.