A ROSALY Y HUMBERTO
He recordado en estos días las Bodas de Caná, donde Jesús realizó su primer milagro, y la razón de ello es que hace pocos días se casó mi hija Rosaly, mi niña bonita.
Desde las primera horas de la noche, el comienzo del acto eclesiástico hasta la madrugada del día siguiente, todo fue un derroche de alegría y de afectos. Mi hija Rosaly estaba muy linda y junto a Humberto su esposo, estuvieron felices, alegres y bailando por muchas horas; su abuela, hermanos, tíos, primos, familiares y amigos los acompañaron en todo momento deseándole mucha felicidad, siendo generosos con sus regalos y con expresivos y hermosos mensajes. Para Rosa y para mi ha sido uno de los momentos más gratos de nuestras vidas y nos sentimos sumamente agradecidos por todos las personas que nos acompañaron en esta feliz ocasión.
El protagonista en todas sus facetas del matrimonio de mi hija fue el Amor. No tengo la menor duda que en las Bodas de Caná, también el amor lo fue, y cuando por un imprevisto faltó el vino, – o porque Díos lo dispuso así-, María sintió que era momento preciso y el lugar apropiado para que su hijo Jesús empezara su misión de pregonar la Religión del Amor. Jesús vaciló, por que creía que aún no había llegado la hora. María no estuvo de acuerdo con él, llamó a los sirvientes y le dijo que hicieran lo que le indicara Jesús. Este les ordenó a los sirvientes que llenaran de agua seis envases de 100 litros cada uno, y quizás diciendo unas palabras o gesticulando las manos transformó el agua en vino.
Los sirvientes le llevaron el vino al maestresala, el cual no conocía la procedencia de la bebida. El maestresala bebió y certificó que era un vino excelente, llamó al esposo y lo felicitó haber reservado un buen vino para lo último. Desde tiempos remotos y aún estas épocas se brinda a los convidados la bebida mejor al principio de la fiesta y al final le dan un charichari que la pobre gente el otro día amanece con dolor de cabeza y estómago que no hay medicamento que lo cure.
La Biblia dice que en Caná de Galilea, hizo Jesús el primero de sus milagros, con que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Milagro éste que es invocado por bebenzales y borrachos para justificar su adicción por la bebida cuando son censurados.
No obstante, yo quisiera que mi hija Rosaly y su esposo Humberto, recuerden su matrimonio y las Bodas de Caná, con un mensaje más sublime, el que nos enseño a Rosa y a mi un viejo cura que nos casó, quién nos dijo:
“Sólo, el agua que es incolora, inodora e insípida se puede transformar en un buen vino, que tiene color, bouquet y sabor, si hay amor;
Sólo, la tristeza se puede transformar en alegría, si hay amor; y Sólo, un matrimonio tendrá vida eterna, si hay amor.”
Denis Rodríguez
Drrodrig@cantv.net